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dijous, 28 de juliol del 2011

Las dificultades de ser transexual en el deporte

Por Amalia del Valle Cebrián, Elena López Cañada, María José Porcar Orihuela, Gema Sanchis Soler y Ana Mar Tortosa Amorós,
estudiantes de Teoría y Práctica del Currículum de la EF

Que el deporte moderno es un ámbito creado por y para hombres es un hecho indiscutible, además es en este campo en el que las diferencias biológicas que existen entre ambos sexos se ven más acentuadas. Hasta hace bien poco, la sociedad en la que vivimos ha defendido no solo que las mujeres eran diferentes a los hombres, si no que éramos inferiores. Así mismo los estereotipos ligados a la feminidad y la masculinidad siguen estando vigentes en nuestro ámbito de actuación, el deporte. De este hecho nace una clasificación que está implícita en la práctica deportiva que separa “deportes para hombres” y “deportes para mujeres”. Los primeros son aquellos que requieren mucho contacto físico y suelen incentivar a los jugadores hacia la agresividad, tales como rugby, fútbol, baloncesto…; mientras que los segundos buscan la estética al practicarlos, deportes gimnásticos en los que, en ocasiones, ni siquiera hay competiciones masculinas oficiales.

Aun con todo, debemos saber que existe otro grupo más desfavorecido: las personas transexuales. A pesar de que la identidad de género tiene que ver con la conciencia de ser hombre o mujer y generalmente coincide con el desarrollo genital externo. En el caso de los transexuales no es tan simple, y hay diferencias entre la identidad de género percibida y el sexo asignado en base a sus genitales.

Existen numerosos casos en el deporte profesional en los que el atleta ha tenido que hacer una elección decisiva: abandonar la práctica deportiva por cambiarse de sexo. Un ejemplo de ello es la atleta Yvonne Buschbaum, pertiguista alemana que anunció su retirada del deporte a pesar de llevar cuatro años entrenando para ir a los Juegos Olímpicos de Pekín, debido a que quería empezar un tratamiento hormonal para convertirse en hombre. Si cuando era mujer ya existía cierta discriminación hacia ella como deportista, aun más ahora que pretende cambiar su sexo. Otro ejemplo, es el de Lana Lawless, campeona transexual en una modalidad de golf en 2008 y a la que le impiden seguir jugando, ya que su sexo de nacimiento no fue el de mujer. Finalmente, cabe destacar la polémica que se desató con el caso de la sudafricana Caster Semenya, campeona del mundo de 800 metros en Berlín (2008), fue sometida a exámenes médicos para determinar con precisión su identidad sexual debido a su portentoso físico y la forma de imponerse a sus rivales, finalmente los resultados obtenidos demuestran que es hermafrodita, pero no se le despojará la medalla conseguida.

En las competiciones se observa una reacción de aversión por parte de sus rivales, ya que interpretan que pueden obtener ventajas en su rendimiento. Pero en todo caso, ¿por qué no pueden seguir practicando deporte a nivel profesional? ¿Por qué se considera hombre en unos aspectos, mujer en otros y en el deporte no tiene cabida? ¿Alguien se plantea la situación personal y afectiva en la que están los atletas expulsados de la competición deportiva por «no ser mujeres u hombres»? Estas cuestiones al igual que otras, carecen de respuesta a día de hoy.

Hasta hace poco no había ninguna regulación que fijara si un deportista debía participar con los de su sexo biológico o con los de su sexo psicosocial (haya realizado o no el tratamiento quirúrgico de cambio de sexo y el cambio registral del sexo en el Registro Civil). Es, tras esta reflexión, cuando planteó el dilema de si podrían tener ventaja sobre los demás deportistas por tener un sexo biológico distinto. En referencia a lo anterior Becerra-Fernández (2003) dice que en este aspecto deberían tener la responsabilidad de decisión las Federaciones Internaciones de cada especialidad deportiva y no los gobiernos los que decidieran las normas a seguir, debido a la unificación en los casos de competiciones internacionales y a la influencia del sexo característica de cada deporte. Pero fue el COI, en 2004, quien contempló expresamente la participación de atletas transexuales cumpliendo unos requisitos mínimos: haber sido sometido a una operación completa de cambio de sexo, reconocimiento legal, tratamiento hormonal aprobado y haber pasado un mínimo de dos años desde el momento de la operación. Pero el problema más destacado no se encuentra en su propia sexualidad sino en la discriminación y marginación que tienen que soportar en el deporte de élite.

Así pues, contando las trabas que le ha puesto la sociedad a este sector de la población y aún sufriendo la marginación de la inmersa mayoría, han formado una federación deportiva propia e incluso organizan sus juegos olímpicos, los llamados “Gay Games”. Los últimos Juegos europeos fueron celebrados en Barcelona (2008) con 5.314 participantes y 30.000 espectadores.

Es una lástima que en pleno siglo XXI sigamos viviendo estas desigualdades, puesto que la práctica deportiva es un derecho universal del que todos deberían poder disfrutar.

Referencia bibliográfica:

Becerra-Fernández, A. (2003): Transexualidad. La búsqueda de una identidad. Madrid: Día de Santos.

¿Existe sexismo en la danza?

Por Claudia Ribelles Galiana y Francisco Fuster Renau,
estudiantes de Teoría y Práctica del Currículum de la EF


En el presente trabajo vamos a intentar analizar el sexismo hacia el género masculino, en una actividad en la cual predomina la presencia de mujeres; la danza. ¿Es la danza ‘cosa’ de hombres?

El sexismo es una ideología que se refleja muy a menudo en la sociedad y, más específicamente, en las clases de EF. El ser hombre o mujer va influir en cómo vamos a ser tratados por el resto de compañeros, por el profesor y por la sociedad.

La sociedad está llena de ideologías, lo cual no significa que sea algo negativo, pero cuando una ideología se convierte en hegemónica, es decir, cuando la llegamos a considerar ‘normal’ si puede resultar ser negativa, mediante rechazos o exclusiones sociales hacia determinadas personas, en nuestro caso hacia un género, el masculino.

En nuestro campo, la EF, se puede llegar a considerar ‘normal’ que deportes sean practicados por los chicos y cuáles sean practicados por las chicas. Esto se debe a los efectos de la socialización en el deporte.

La ideología sexista junto a otras cuantas ideologías, parecen venir preestablecidas por la sociedad. Todas pertenecen al currículum oculto de la EF. De forma breve, podríamos definir currículum oculto como todo aquello que no está incluido en el currículum oficial y que puede pasar desapercibido en las clases, en nuestro caso, en la danza, y que haría falta observar con detalle con el fin de poder reflexionar sobre lo que verdaderamente está pasando.

Profundizando en el tema, una película que refleja esta ideología es Billy Elliot, en la cual se observa como un niño no quiere practicar boxeo, un deporte que en principio debería ser practicado por chicos, sintiendo más curiosidad por la danza.


El estudio realizado por Mennesson (2009) corrobora estos hechos, ya que la mayoría de bailarines encuestados reconocieron que no tuvieron interés por deportes de lucha y debido a ello no fueron formados o socializados en un deporte que construye y acentúa la masculinidad, lo cual marcó sus infancias. En el estudio también se destaca que el gusto por actividades artísticas, como la danza, fue apoyado y fomentado por las madres de los bailarines, no comprendido, en principio, tanto por el padre. Esto mismo comprobamos en la entrevista que realizamos a Luis (bailarín profesional), cuando responde que su madre ha sido siempre un apoyo incondicional (min.5).


Otro dato que proporcionan los bailarines es, que en sus comienzos tuvieron que ocultar su gusto por la danza para evitar exclusiones sociales y malas experiencias fuera de ese mundo, ya que como declaran muchos de los bailarines del estudio citado anteriormente: “Es difícil ser un hombre en la danza. Transmite las ideas preconcebidas, la idea de que todos los bailarines son homosexuales, lo cual es totalmente absurdo”.

Luis nos explica en la entrevista, que no tuvo problemas a la hora de decir que era bailarín, porque su introducción a ese mundo fue más tardía, por tanto ya tenía una identidad. Pero reconoce que en la sociedad hay establecidos ciertos ‘clichés’ hacia los bailarines, encasillando su orientación sexual, con lo cual coincide con las declaraciones de los bailarines.

El estudio de Anderson (2005) explica que los ‘cheerleaders’ que escondían su homosexualidad, lo hacían mediante expresiones muy masculinas, como: “¿A quién no le gustaría estar aquí (bailando), con todas estas mujeres hermosas?".

En el estudio de Mennesson determinaron una relación entre la identidad de género y la identidad sexual, lo cual estaba relacionado a su vez con la cultura o país y el pasado de cada bailarín.

Otro de los hechos destacables del estudio es que la mayoría de bailarines promovían, tanto en sus vidas privadas como públicas, la igualdad de sexos, la cual afirmaban que debería tratarse desde la infancia.

Por otro lado, la escasez de hombres en el mundo de la danza les ha beneficiado. Es decir, al haber menos hombres que mujeres, consiguen trabajo más fácilmente. Tanto el estudio de Mennesson, como la entrevista a Luis coinciden en estos datos.

De modo que, la identidad de género masculino se construye a través de la diversidad de muchos factores, uno de ellos es la formación en el mundo de la danza. La mayoría de los hombres que han querido ser bailarines han tenido que esconder su gusto para evitar algún tipo de exclusión, por ello debemos empezar a educar para no ‘etiquetar’ o rechazar simplemente por realizar una determinada actividad. Cada cual tenemos derecho a construir nuestra identidad y por tanto a una orientación sexual libre, sin temor a que nos juzguen.

La sociedad y la educación deben apostar por la igualdad de sexos, para poder eliminar situaciones en la que un género se vea discriminado, lo que conllevaría un avance en muchos aspectos para todos. ¿Pensáis que es esto una utopía?.

Referencias bibliográficas:

Anderson, E. (2005): Orthodox and inclusive masculinity: competing masculinities among heterosexual men in a feminized terrain. Sociological Perspectives. Vol. 48, nº 3, 337–355.

Devís. J, Fuentes. J, Sparkes. A. (2005): ¿Qué permanece oculto del currículum oculto? las identidades de género y de sexualidad en la educación física. Revista iberoamericana de educación, n.º 39, 73-90.

Mennesson. C. (2009): Being a man in dance: socialization modes and gender identities. Sport in Society. Vol. 12, Nº 2, 174–195.

Rugby: ¿Deporte de chicos jugado por chicas o deporte para tod@s?

Por Miguel Ángel Mallol Boix,
estudiante de Teoría y Práctica del Currículum de la EF

El pasado lunes 18 de abril de 2011, en la asignatura de rugby de nuestra Facultad tuvimos presentes en clase a los seleccionadores nacionales, tanto femenino como masculino de rugby 7, con motivo de la relación que tiene con esta asignatura pero también con la creciente importancia de este nuevo deporte, que pasará a ser olímpico en Rio 2016.

Casualmente nos encontrábamos ante un deporte nuevo, con pocos años de historia y en el que, como pudimos apreciar, el sector femenino ha entrado con mucha fuerza, tanto dentro como fuera de nuestro país. Pero especialmente destacable es la situación que vivimos en España, y es que las que realmente han despuntado a nivel internacional, en un deporte que surge de otro puramente masculino, son ellas las que están obteniendo mejores resultados.

Además nos encontraremos con ciertas peculiaridades que diferencian a esta nueva modalidad de rugby en la que menos jugadores/as y más espacios dan como resultado un menor grado de contacto físico. ¿Puede esto originar nuevas formas de concebir la práctica femenina de este deporte? Nos encontramos con unas aptitudes y cualidades físicas readaptadas y que se alejan en cierta medida de los cánones masculinos que el rugby XV. Lo que quiero dar a entender con esto es que a pesar de que se mantengan ciertos aspectos masculinos, se acentúan otras cualidades, prima la evasión al contacto, la resistencia frente a la fuerza, tomar decisiones en menos tiempo, adquirir habilidades y destrezas atléticas. Podría ser posible que nos estuviéramos encontrando con unas características más neutras entre la masculinidad y la feminidad, si creyéramos que hay cualidades que son mas de chicos y otras más de chicas, y por extensión deportes de chicos y deportes de chicas.

Realmente ¿El hecho de que las mujeres destaquen más en rugby 7 que en rugby XV se podría producir por el cambio de algunos estandartes de la masculinidad? Y por otra parte ¿Influirá el rugby 7 en la creación de estas identidades de género y sexuales?

Por un lado, en cuanto a la primera cuestión diremos que una figura importante y pionera en este tipo de reflexiones es M. Martín Horcajo, socióloga y ex jugadora de rugby se propuso reflexionar sobre estas experiencias y vivencias que formaban parte de ellas mismas y que les ha ayudado a formar su propia identidad de género. A través de algunos artículos propone como el hecho de ser mujer, sujeto de sus propias experiencias y que asumidas como tales, este deporte se convierte en un medio de desarrollo de su concepción de género, un desarrollo de un amplio abanico de feminidades y que no tiene por qué ser entendido en comparación o contraposición al mismo deporte practicado por hombres. Algunas reflexiones son:

“¿A qué me refiero con el término experiencias femeninas? Pues sencillamente, a aquellas experiencias que no se pueden, ni se deben, medir ni comparar con las experiencias masculinas. Es decir, aquéllas que tienen su razón de ser en sí mismas y no como dependientes o explicadas a partir de lo que significa jugar a rugby desde el género masculino”


“la categoría de “mujer” necesita ser analizada más allá del límite que el sistema de oposición binaria impone –mujer entendida como no-hombre–”.

Por lo tanto podríamos decir que con más o menos características de un deporte masculino por tradición, el simple hecho de que sean mujeres las que lo practican lo transformará en femenino y posibilitará que cada una de las jugadoras desarrolle su propia identidad tanto de género como sexual dentro de un amplio rango de feminidades, con unas características u otras.

En cuanto a la segunda, para entender mejor el significado de estos términos citaremos a Devís, Fuentes y Sparkes (2005), los cuales afirman que “la identidad de género tiene que ver con las diversas formas de masculinidad y de feminidad que pueden experimentar y con las que pueden identificarse las personas, mientras que las identidades sexuales se refieren a los sentimientos que manifiestan los hombres y las mujeres de adscripción a una opción sexual, ya sea heterosexual, homosexual o bisexual”. Cuestiones que según Recio González y López López (2008), “se definen y redefinen en todas y cada una de las acciones humanas a lo largo del proceso de vida”.

A través de estas pequeñas reflexiones propuestas por estos autores y relacionadas con la participación femenina en el rugby XV y 7 podemos darnos cuenta como a través de la práctica las jugadoras hacen suyas las experiencias que les proporciona este deporte desarrollando en un amplio abanico sus identidades de género, así como sus identidades sexuales. Por lo tanto deben de ser observadas y entendidas desde el punto de vista de mujeres que juegan a rugby 7 y no como mujeres que practican un deporte de hombres.


Referencias bibliográficas:
Devís, J.; Fuentes, J. y Sparkes, A. (2005) ¿Qué permanece oculto del currículum oculto?. Revista Iberoamericana de Educación, 39, 73-90.

Martín Horcajo, M. (2006) Contribución del feminismo de la diferencia sexual a los análisis de género en el deporte. Revista Internacional de Sociología, LXIV, 44, 111-131.

Recio González, C. y López López, M. (2008): Masculinidad y feminidad: división errónea de la persona: Aportaciones desde la Didáctica de la Lengua. Didáctica. Lengua y Literatura, 20, 247-281.