divendres, 31 de desembre del 2010

Sobre la adolescencia y el dopaje

Por David Gómez Mora,
estudiante de Diseño curricular de la EF

A estas alturas ya hay compañeros que han publicado artículos referentes al dopaje, no les culpo, está de moda y mucho más ahora con el revuelo de Marta Domínguez. Por cierto, aquí añado un vínculo para acceder a una entrevista que se le hizo en El País. Y también un blog muy interesante donde explican qué tipos de dopaje hay y cómo afectan al organismo.

No es que no le dé importancia al hecho en cuestión, sea verdad o mentira, yo ahí no voy a opinar, más que nada, porque sería mi opinión, sin ninguna fuente de información más que lo que dicen unos y otros.

Es cierto que “se nos prepara” para educar, para gestionar y para preparar a atletas de élite y personas que quieran sentirse bien y con una mejor salud, pero reconozcámoslo, la mayoría de nosotros está aquí porque quiere dedicarse a la enseñanza y ahí es donde está el verdadero reto de evitar el “doping”. Los deportistas de élite son “la élite”, juegan en una división diferente y por eso, por desgracia, en algunas fases de su vida tienen que pasar por decisiones como ¿me dopo para rendir más? ¿Me retiro? ¿Me conformo con mis resultados aunque no gane?... Los adolescentes, nuestros futuros alumnos, hijos, amigos, etc. son el verdadero reto.

Voy a contaros una parte de mi vida, que tiene que ver mucho con lo que quiero decir. Desde pequeño estuve en un club jugando al fútbol y me retiré a los 19 años. Estuvimos luchando para subir el equipo a primera juvenil y lo conseguimos, pero parece ser que al club no le parecíamos suficientemente buenos y decidieron traer a “estrellas”, cracks del fútbol, que, casualmente se drogaban. El resultado de todo aquello fue que el equipo se deshizo, la mitad se dedicó a salir de fiesta y “meterse de todo”, y el resto, entre los que me encuentro, optamos por la resignación, vergüenza y abandono del deporte que tanto nos gustaba. Como era obvio, el equipo duró en primera un año.

Soy de Elche, y la meta de todo futbolista allí, es que le fiche el C.F. Elche. Un amigo mío que jugó desde los 7 años conmigo, fue fichado por este equipo. Aún lo recuerdo, aunque, sobre todo, recuerdo la presión que ejercían sus padres sobre él. A los 2 años lo echaron del club, y aunque hubiera ido a otro equipo, esto hubiera supuesto bajar el listón, nada permitido en esta sociedad y mucho menos por sus padres. Así es que el resultado fue un abandono exagerado en todos los ámbitos de su vida: terminó obeso, drogadicto y alcohólico, por no hablar de los trastornos mentales y del intento de asesinato a sus padres y suicidio.

Hace ya 5 años que no vivo en Elche, y el ámbito deportivo en el que me he estado moviendo ha sido más que nada deporte por placer y salud. Este domingo viví algo que me hizo recordar todo aquello. Fui a un cross provincial de atletismo en Alcudia. Había competiciones de todas las categorías y todo transcurrió con normalidad hasta que le tocó el turno a las juveniles femeninas (entre 14 y 15 años). Era una competición de 3 km y cuando llevaban tan solo 1 km, la chica que iba en cuarta posición se retiró justo en el lugar donde estaban sus padres. La madre, toda indignada la empujaba con rabia para que continuara la carrera. El padre, que se encontraba a unos metros, saltó a la pista justo cuando pasaba todo el pelotón, para llegar antes a su hija, y lo que hizo fue propinarle un golpe a mano abierta en la espalda con tal fuerza que la chica, entre el cansancio y el golpe, casi se cayó de frente.

Estos actos son gran parte de los motivos que provocan abandonos, trastornos, depresión, “doping”… en los atletas adolescentes. Son los padres, entrenadores y el entorno hostil de éstos, los que provocan que el deporte pase de ser divertido y liberador a ser estresante e insatisfactorio en sí mismo.

Vale que pueda asumirse que para ser deportista de élite haya que pasar por todo eso, pero, ¿por qué? ¿Por qué nos cuesta cambiar algo que la sociedad ha impuesto pero que sabemos que está mal?, ¿por qué al deportista que llega en segunda posición no se le anima por lo bien que lo ha hecho y tan sólo se le critica infravalorando todo el esfuerzo que le ha costado llegar ahí? Compañeros, os aliento a intentar erradicar estas conductas que sólo consiguen daño, abandono, desilusión y odio. Os aliento a intentar transformar el deporte de hoy en día en lo que a mi juicio debería ser una forma de socialización y diversión.

20 comentaris:

Alejandro Calderón ha dit...

Estoy de acuerdo contigo David. Desgraciadamente se valora el final, se valora el resultado por encima de todo, las medallas, los títulos.
¿Por qué? Amigo David, todas tus dudas se resumen en una palabra, una palabra que es más que una palabra, el DINERO.

Los patrocinadores desembolsan una gran cantidad de dinero en cada deportista de élite, les proporcionan toda su equipación deportiva y representan una marca conocida mundialmente.

Otro punto a tener en cuenta son las becas. Son otorgadas a los deportistas que presenten credenciales de que han ganado "x" competiciones, carreras, títulos...etc. Muchos deportistas se juegan, como tu bien has dicho, todo un año en un partido. ¿Por qué existe el dopaje? Para mejorar, ilegalmente claro está, pero mejorar el rendimiento que puede llevarte a conseguir triunfos, los triunfos te brindan prestigio y el prestigio te da dinero para llevar un mejor nivel de vida.

¿Quién se acuerda de los segundos? Absolutamente nadie. Existen personas que no han hecho nada en su vida excepto practicar su deporte, de forma excelente eso sí, pero solo eso. Esa gente cuando tiene la oportunidad ante sus ojos de mejorar de manera considerable y ser reconocidos a nivel nacional y mundial, toma el camino incorrecto.

La señorita Marta Domínguez recibió hace poco una beca de 4.800 euros debido a sus "Gloriosos triunfos para el deporte español". Esa mujer, si realmente no se ha dopado (lo desconozco) tal vez, no hubiese llegado a donde está ahora, y tendría que haberse ganado la vida de otra forma que le hubiese reportado menos ingresos económicos.

Indudablemente esta gente toma el camino equivocado, nosotros somos fieles a los ideales del deporte pero llegados a ese punto de gloria o desidia. ¿Nosotros también diríamos que no a una sustancia dopante?.

Unknown ha dit...

Amb el present article s'han tocat temes diversos que van desde el dopatge en l'alt rendiment fins els pares entrenadors que apareixen durant tot els esport base. Els dos són dos temes molt amplis i sempre d'actualitat en els que es pot parlar molt sobre coneixements i experiències viscudes. Personalment aquestes experiències viscudes m'han agradat. Però afegiré algunes coses mitjançant una xicoteta reflexió del cas del atleta.
Evidentment no tots els pares d'esportistes són així, però si que la immensa majoria d'estos esportistes que sofreixen està pressió acaben abandonant a la mínima possibilitat que tinguen. Però s'ha de deixar clar que el deixar-seu i acabar com el teu amic el futbolista, són cascos excepcionals. Afegir també que la majoria d'els grans esportistes no han tigut un camí fàcil per arribar al èxit, però si una família al seu costat que els ha recolzat en tot moment, sinó possiblement hagueren acabat també deixant-seu.
Per últim afegir que part d’aquesta família hem de ser nosaltres també com a llicenciats, i també ha dit David i intentar educar als nostres alumnes o esportistes per a què estes conductes no ocorreguen en un futur.

Ricard Sentandreu

Pepe Pons ha dit...

En este artículo se hace referencia a un tema que por desgracia en la actualidad se da en la mayoría de los deportes de base, como es el de los padres entrenadores. Evidentemente no todos los padres son así, pero en la actualidad basta con acercarse a cualquier instalación deportiva un fin de semana aleatorio para encontrar a más de un “papa Mourinho”.

Es difícil que un niño con un papa entrenador progrese y lo más probable es que abandone el deporte. Nosotros como educares debemos evitar que suceda. El tema de los padres entrenadores se puede controlar mediante reuniones informativas, en las que se les informe de unas pautas de comportamiento para una mejor educación de sus hijos, ya que la mayoría de las veces los padres entrenadores no son conscientes que lo son.

Así pues como dice Ricard, nosotros también formamos parte de la familía y debemos influir para que estos hechos no ocurran.

En el siguiente enlace teneis una guia informativa para padres:

http://www.valdepenas.es/VLDSedeWeb/Modulos/VLDNormativa.nsf/wvNormativaIncrustada/EF10EB21430E0EB0C1257646004602BD/$File/guia_padres_02.pdf?OpenElement

Unknown ha dit...

En el artículo publicado por David se tocan desde temas de actualidad, como la Operación Galgo, hasta temas que todos hemos visto o presenciado.

Con respecto al dopaje en el deporte de élite ya se ha escrito mucho, así que intentaré dar mi humilde opinión al respecto.
En el inicio de los tiempos, el deporte era visto como una forma de honra al lugar del que se pertenecía y los deportistas no podían ser profesionales. Lo más grande que le podía pasar a un deportista era ganar por y para su país. Hoy día queda muy poco de toda sea filosofía. Los deportistas son profesionales, se preparan durante meses, incluso años para llegar a una competición y el ganar va más allá que el de que todo el mundo recuerde el nombre de su país. Lo que se persigue ahora es el logro propio, que todos recuerden que " X " ganó dicha competición sin olvidar la retribución económica que eso conlleva. Todo eso que se podría resumir en una palabra, ambición, es por lo que ocurren sucesos como el dopaje. Imaginemos ahora al niño que está en su casa viendo un partido de su deporte preferido, su equipo o deportista preferido (al que el admira y al que le gustaría parecerse) gana esa competición tan importante. El niño, se alegra muchísimo y piensa que de mayor le gustaría ser como el. Meses después aparece una noticia como la de la "Operación Galgo" y ve que ese deportista al que admira tanto se dopó, hizo trampa para ganar... ¿Y ahora qué? ¿Qué pensará ese niño ahora? ¿Hay que hacer trampa para ganar? Claro está que todos esos deportistas de élite que aparecen por televisión son personas públicas que pueden equivocarse pero pienso que deberían tener en cuenta que son ejemplos para todos esos niños interesados y que practican deporte. Son un espejo donde ellos se miran y deberían cuidar todas estas cosas.

Respecto al hecho que ha nombrado David con el padre que le dió un empujón a su hija cuando se paró en medio de la carrera, me gustaría decir que me parece un hecho lamentable.
Nosotros podemos preparar a unos niños para la práctica de un determinado deporte. Podemos inculcarlos valores como el respeto, igualdad, deportividad... pero no podemos educar también a sus padres. Es cierto, tal y como dicen Ricard y Pepe somos parte de esa familia pero aveces tenemos que formar a los niños y educar a sus padres y eso no puede ser. ¿Quién no ha visto durante un partido de fútbol de niños a los padres insultar al árbitro, gritarle a su hijo que le de una patada a un contrario o modificarle una posición en contra de lo que le ha dicho el entrenador? Todos esos niños parecen ser gladiadores en un circo romano donde los espectadores desde las gradas jalean para que se maten!
¿ Qué hay mejor que unos padres que animen a su hijo para que haga deporte y que al finalizar el partido le pregunten: " ¿Cómo te lo has pasado?" en vez de " ¿Cómo habéis quedado?"

En mi opinión hechos como los de antes mencionados, no se deberían permitir. Así que, debemos tratar de que los niños de hoy no crezcan rodeados de esos comportamientos porque, los niños de hoy, serán los posibles padres de mañana. Si nosotros trabajamos bien con ellos, seguramente podremos hacer que el deporte de base, sea solo eso, deporte.

Sandra Roig Castellar

Jose Vte. Carpintero ha dit...

Entre los diferentes motivos por los que las personas se inician en programas de actividad física, uno de los motivos más sonados es mejorar la salud o calidad de vida. Algo que me resulta muy paradójico, ya que muchos padres inscriben a sus hijos/as en actividades deportivas inicialmente para que sus hijos crezcan de manera más saludable, pero posteriormente muchos de ellos incitan a sus hijos a la competición y además solicitándoles resultados.

La competición conlleva al rendimiento, el rendimiento conlleva a superarse de manera constante y esto, en un alto nivel deportivo, en muchas ocasiones únicamente se logra de una manera: dopaje.

Por tanto, es muy importante que como educadores, seamos capaces de transmitir desde la institución escolar, uno de los valores más importantes del deporte: el fair play, con el objetivo de respetarlo sea cual sea el contexto deportivo: deporte recreativo, deporte de competición...

Jovi Carrascosa ha dit...

Este artículo nos habla de la importancia que tenemos los licenciados i futuros licenciados en Ciencias de la Actividad física y el deporte a la hora de conseguir que nuestros alumnos vean el deporte como una actividad lúdica mediante la cual sean capaces de mejorar sus relaciones sociales, habilidades motrices, así como su salud y calidad de vida.

Nosotros como profesionales de esta disciplina y si trabajamos desde un ámbito educativo tenemos que evitar que nuestros alumnos se fijen en marcas, récords, clasificaciones, resultados, rendimiento y tantos otros aspectos que pueden llegar a perjudicar seriamente como hemos leído en el artículo de David a nuestros alumnos.

Pienso que debemos trabajar para fomentar en ellos una motivación intrínseca por el deporte y la actividad física.

Centrándonos en uno de los aspectos que trata el artículo como es el futbol base y la influencia de los padres en los “niños futbolistas”, tengo que decir que he vivido y vivo este tipo de situaciones cada sábado. Llevo 5 años como entrenador de una “escuela” de futbol base en la ciudad de Torrent y cada año que pasa la presión y la influencia de los padres es más negativa.

Nosotros, profesionales de la actividad física i el deporte tenemos que evitar en la medida de lo posible este tipo de situaciones ya que el principal perjudicado es nuestro jugador, alumno o niño… Después de todos estos años como entrenador de futbol-7 tengo que decir que soy bastante pesimista en cuanto al cambio de mentalidad de muchos padres, ya que en todos los equipos que he entrenado he tratado de evitar este tipo de actitudes por parte de los padres mediante reuniones, charlas, conversaciones individuales con cada padre… y en muchos casos no he logrado mi objetivo.

Pienso que todo esto es debido a la sociedad basada en el rendimiento en la que vivimos, por ello y aunque ahora mismo nos resulte utópico tenemos que intentar como bien dice David en este post, conseguir transformar el deporte y que los niños y no tan niños lo practiquen como una forma de socialización y diversión.

Gabi Baca ha dit...

Lo primero, quería felicitar a David por el artículo. Me he sentido muy reflejado con este artículo, porque ha estado hablando de la presión que le sometieron los padres y entorno a uno de su amigos que jugaba en el Elche. Esto también lo he vivido yo y lo sigo haciendo.
Cuando era mas jovencillo, jugaba en las mejores categoría del futbol valenciano y conocías a mucha gente que parecía que iba a ser una estrella mundial, y al final, acaban dejándose su deporte favorito sin llegar a ser nadie. Como ha dicho David, esto se debe a la presión que someten a los jugadores para que sean estrellas y acaban transformando el deporte, en una obligación, en lugar de tomárselo como un hobbie o un divertimento.
Hoy en día, lo sigo padeciendo como entrenador. Ver que los niños a los que entreno y, sobre todo, sus padres, solo están pendientes de los resultados y no de como evoluciona su hijo, como persona y como jugador. Y por mucho que quieras insistir en que el deporte no se basa en el resultado, sino, en que su hijo participe, haga amigos, se divierta, adquiera valores que solo se adquieren realizando deporte, ellos siguen mirando los resultados y si tienen que jugar unos mas que otros. Esto existe ahora y siempre va a existir, por mucho que nos esforcemos en intentar cambiarlo.
Después de haber leído la entrevista de Marta Domínguez creo que se están precipitando quitándole el cargo de vicepresidenta y arrebatándole sus marcas y medallas. Deberían esperar a que la voz de un juez la acusara y después actuar en consecuencia, porque hasta que se demuestre los contrario, todos somos inocentes.

Nacho Bazataqui ha dit...

Al igual que Pepe Pons, voy a dirigir mi opinión hacia el papel de los padres de los deportistas. Es una cuestión que David ha hecho referencia desde una edad ya madura o casi en su totalidad (adolescencia); pero creo que comienza a aparecer mucho antes.

Ya desde bien pequeñitos, los padres apuntan a sus hijos a deportes o a actividades físicas propias de los gustos y aficiones de los progenitores. Obligan, presionan y meten a la fuerza un deporte o actividad que no ha sido elegido por el niño. Como consecuencia de este hecho, muchos de estos jóvenes no consiguen aguantar más de un año en el club o asociación al cual fueron inscritos. Pero el problema más grave no es éste, sino que la mayoría de estos pequeños, por culpa del estrés psicológico que provocaron los padres, llegan a odiar no sólo el deporte que realizaron, sino también cualquier práctica física o deportiva.

Por nuestra parte, debemos hacer todo lo posible para evitar que se produzca este tipo de hechos en el entorno en el cual nos movamos. Como bien dice Pepe Pons, una de las soluciones, sobre todo preventiva, que podemos adoptar es la de realizar reuniones de presentación al comienzo del curso o temporada para que los padres sepan desde el inicio el papel que tiene y deben adoptar por el bien de sus hijos. Además de lo dicho, pienso que tomar una postura amistosa y cercana con cada niño hará que reforcemos la visión de este con la práctica deportiva, siendo la mejor fórmula que podemos adoptar para promover hábitos saludables de actividad física.

arcapa ha dit...

En primer lugar, me ha causado un gran impacto la experiencia comentada por parte de David, en cuanto a la presencia en la carrera por parte de la deportista fémina. De ahí que exponga mi opinión.

Este artículo refleja claramente lo que se puede ver hoy en día en el deporte de base, ya sea en un campo de fútbol, en una cancha de básquet, en una pista de atletismo cualquier fin de semana. En la mayoría de los deportes, los deportistas, ya sea de base o en la élite, siempre sufren una gran presión por parte de sus padres, de los entrenadores, etc. Ya que en casi todos los casos, lo importante es el “resultado” por encima del proceso de aprendizaje, la mejora de sus habilidades, el disfrute, la socialización, etc. Creo que aquí, está el quit de la cuestión, lo que para el deportista es fundamental en estas edades (deporte base).

Bajo mi experiencia, cuando voy a ver algún acto deportivo como bien puede ser un partido de fútbol o cualquier evento deportivo en edades tempranas, hay veces que dan ganas de recriminarle a algún padre y decirle ¿tú estás viendo lo que estás haciendo? En vez de apoyar y animar a tu hijo lo único que estás haciendo es ponerlo más nervioso, chillándole e incluso a veces hasta recriminándole e insultándole. Estas actitudes por parte de los padres, en muchas ocasiones lo único que conllevan es a que el chiquillo, en este caso el deportista, se piense realmente si vale la pena levantarse cada sábado para jugar “su partido” o quedarse viendo la tv o durmiendo.

Por esta razón creo que estoy totalmente de acuerdo con el autor de éste post cuando dice que nosotros como docentes o expertos en la materia tenemos un papel fundamental en este proceso ya sea hablando con los deportistas, con los padres, etc. para que no se produzcan más casos de abandono deportivo, de dopaje, de depresión, de trastornos, etc.

Arturo Calaforra

Unknown ha dit...

Como vemos los temas a los que hace referencia nuestro compañero David, el dopping en el deporte, la presión ejercida por los familiares, etc. están a la orden del día, ya que a muchos de nosotros nos resulta muy familiar todo esto y podemos comentar casos muy parecidos vividos "desde dentro".
La experiencia que nos ha contado de su amigo que llega incluso hasta el intento de asesinato de sus padres o el suicidio, podemos pensar que es un poco extremista, raro o exagerado, pero son casos que si no se ponen remedios cada día se darán más.

En este comentario, quería realizar una crítica hacia nuestro colectivo, ya que considero que parte de culpa de estos casos, son de los profesores, entrenadores, etc. debido a que debemos ser capaces de hacer ver donde está el límite de cada persona y ayudarle a encontrar otro camino que le satisfaga, y no desentendernos cuando alguien cree que ha fracasado.
En este momento, es cuando nosotros debemos cerrarle la puerta del dopping, de los trastornos, de la dejadez, etc. y ayudarle a que encuentre otra puerta que le llegue a reconfortar de manera similar, evadiéndose de críticas que no sean constructivas, ya vengan de sus padres o de quien sea.

Sé que es una tarea difícil, pero si algún día como entrenador, profesor, preparador físico, monitor, me encontrara con un caso así y no intentara resolverlo, me sentiría responsable de lo que pudiera suceder.

Juan Diego Sánchez del Pozo

diego ha dit...

En primer lugar, mi enhorabuena por tu articulo David, me parece que refleja muy bien determinadas actitudes que se contemplan en el deporte base. Yo soy entrenador de un equipo alevín de mi pueblo, y en determinadas ocasiones he visto como padres incluso mismos entrenadores se comportan de manera inadecuada con los niños. Hace unos años observe una situación como estas. Un chico de un equipo de cadetes de mi pueblo se quito tenia de entrenador a su padre, situación que hoy día se da en algunas ocasiones. El niño cansado de las actitudes y comportamientos que tenía el padre tanto con él como con los compañeros, decidió dejarlo. Le dijo a su padre, que dejaba el futbol porque no estaba dispuesto pasar por todo eso. Con esto quiero decir, que muchas veces son los padres los causantes de los abandonos en el deporte de los niños. En vez de apoyar y simplemente dejarle que elija lo que quiere hacer, pone piedras en su camino con su trato hacia él. A parte de esto, por mucho que como educadores nos preocupemos porque adquieran unos valores determinados, siempre estarán ahí la actitud de determinados padres para que sus hijos rindan por encima de todo, sin preocuparse del disfrute del deporte. Por ello, buscando por internet he encontrado un video que ilustra muy bien lo que comento. Aquí os dejo el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=kcnoL1HsmHA.

Unknown ha dit...

Gran vídeo el de Diego, os animo a todos a verlo, refleja fántasticamente la idea del post y de los comentarios que estamos realizando.

Me gustaría resaltar dos ideas del vídeo. En primer lugar, vemos como el primer niño ha quedado segundo en una competición y el padre le dice: "debes esforzarte más, sino hay que conformarse con lo que queda, y lo que queda NO ES SUFICIENTE". Esta es una de las ideas que yo he intentado dar en mi comentario, que debemos de saber transmitir el límite, y por tanto, que los niños intenten abstraerse de estos comentarios de sus padres.

como segunda idea, el niño que va a jugar al tenis, y su cara cambia radical entre el discurso de su padre y cuando comienza a llover, es un total alivio no tener que jugar.

Por tanto, el mensaje no puede tener más razón: "La idea es que le acompañes a jugar, NO que le obligues a ganar".

Juan Diego Sánchez del Pozo

Unknown ha dit...

Aprovechando el post que ha colgado nuestro compañero David y las ideas que en él se recogen, me gustaría compartir con vosotros mi historia que a su vez está muy relacionada con este tema y que pone de manifiesto los problemas con los que se puede encontrar un deportista adolescente con toda la presión a la que llega a verse sometido.
Desde bien pequeñito he jugado en las categorías inferiores del Albacete Bpié y si tengo que decir que durante todos los años que allí estuve recibí una educación, unos valores y una manera de ver la vida que han moldeado mi personalidad, mis hábitos y ha influido muy positivamente en mi en todos o casi todos los aspectos de mi vida… Hasta aquí todo perfecto.
Llegó un momento en el que sin darme cuenta los días que iba a entrenar para pasármelo bien con mis compañeros, disfrutar del deporte, y como no disfrutar de los éxitos deportivos pasaron a convertirse en algo totalmente distinto. Empecé a darme cuenta de que se nos empezaba a tratar como productos, a los cuales se les exigía el máximo nivel de rendimiento. Veía como compañeros míos de toda la vida iban cayendo en el camino y eran sustituidos por otros chavales que decían que estaban ahí gracias a su representante. Apenas niños de 14 ó 15 años eran tratados como mercancía. Y esa mercancía tenía un valor en función del rendimiento, de si estabas o no lesionado, o de si tu padre era más o menos amigo del director deportivo.
Desgraciadamente cuando atravesaba unos de los mejores momentos dentro del equipo sufrí una lesión de rodilla que hizo que estuviese apartado del equipo casi 8 meses. A partir de ahí todo cambio, cuando para mí volver a poder correr era todo un logro, para mi entrenador no era más que una ficha que no podía aprovechar. Sentía que no pintaba nada y que no tenía ningún peso en el equipo. Poco a poco fui perdiendo la ilusión viendo todos los partidos de mi equipo desde la grada. Yo intentaba dar el 100% pero no recibía ningún tipo de reconocimiento, veía que no era suficiente por mucho que lo intentara y llego un punto en el que estaba desesperado, no disfrutaba con el fútbol, todo lo contrario, ir a entrenar se me hacia cuesta arriba. Llego a pasarse por mi cabeza la idea de doparme o tomar algún tipo de sustancia que me hiciese volver a estar al nivel que mi entrenador me pedía. Pero antes que eso tomé la decisión de dejar el deporte de competición. Ahora puedo decir que me siento orgulloso de la decisión que tomé aquel día, porque he vuelto a disfrutar del deporte. Tanto es así que quiero hacerlo de él mi vida y por eso estoy estudiando esta carrera.
Sé que muchos deportistas han pasado por lo mismo que pasé yo y decidieron doparse como única salida para perseguir un sueño. Debemos ser conscientes de la debilidad de los deportistas adolescentes para poder indicarles cuál debe ser el camino que deben seguir. Debemos ser capaces de transmitir que el deporte es mucho más que eso…

Unknown ha dit...

Aprovechando el post que ha colgado nuestro compañero David y las ideas que en él se recogen, me gustaría compartir con vosotros mi historia que a su vez está muy relacionada con este tema y que pone de manifiesto los problemas con los que se puede encontrar un deportista adolescente con toda la presión a la que llega a verse sometido.
Desde bien pequeñito he jugado en las categorías inferiores del Albacete Bpié y si tengo que decir que durante todos los años que allí estuve recibí una educación, unos valores y una manera de ver la vida que han moldeado mi personalidad, mis hábitos y ha influido muy positivamente en mi en todos o casi todos los aspectos de mi vida… Hasta aquí todo perfecto.
Llegó un momento en el que sin darme cuenta los días que iba a entrenar para pasármelo bien con mis compañeros, disfrutar del deporte, y como no disfrutar de los éxitos deportivos pasaron a convertirse en algo totalmente distinto. Empecé a darme cuenta de que se nos empezaba a tratar como productos, a los cuales se les exigía el máximo nivel de rendimiento. Veía como compañeros míos de toda la vida iban cayendo en el camino y eran sustituidos por otros chavales que decían que estaban ahí gracias a su representante. Apenas niños de 14 ó 15 años eran tratados como mercancía. Y esa mercancía tenía un valor en función del rendimiento, de si estabas o no lesionado, o de si tu padre era más o menos amigo del director deportivo.
Desgraciadamente cuando atravesaba unos de los mejores momentos dentro del equipo sufrí una lesión de rodilla que hizo que estuviese apartado del equipo casi 8 meses. A partir de ahí todo cambio, cuando para mí volver a poder correr era todo un logro, para mi entrenador no era más que una ficha que no podía aprovechar. Sentía que no pintaba nada y que no tenía ningún peso en el equipo. Poco a poco fui perdiendo la ilusión viendo todos los partidos de mi equipo desde la grada. Yo intentaba dar el 100% pero no recibía ningún tipo de reconocimiento, veía que no era suficiente por mucho que lo intentara y llego un punto en el que estaba desesperado, no disfrutaba con el fútbol, todo lo contrario, ir a entrenar se me hacia cuesta arriba. Llego a pasarse por mi cabeza la idea de doparme o tomar algún tipo de sustancia que me hiciese volver a estar al nivel que mi entrenador me pedía. Pero antes que eso tomé la decisión de dejar el deporte de competición. Ahora puedo decir que me siento orgulloso de la decisión que tomé aquel día, porque he vuelto a disfrutar del deporte. Tanto es así que quiero hacerlo de él mi vida y por eso estoy estudiando esta carrera.
Sé que muchos deportistas han pasado por lo mismo que pasé yo y decidieron doparse como única salida para perseguir un sueño. Debemos ser conscientes de la debilidad de los deportistas adolescentes para poder indicarles cuál debe ser el camino que deben seguir. Debemos ser capaces de transmitir que el deporte es mucho más que eso…

Jordan ha dit...
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Vicente Amposta Ros ha dit...

Totalmente de acuerdo con dicho post. Primeramente voy hablar de los padres. Muchas personas observan el deporte como un trabajo, como una profesión que en un futuro nos va a sacar de nuestra rutina y que pasaremos a una vida mejor. Ahí lanzó una pregunta, ¿cuántos padres cuando nacen sus hijos desean que sean un Rafa Nadal, un Andres Iniesta o cualquier deportista de élite? ¿Cuántos?, muchos, ¿verdad? Sinceramente este es el primer y principal error que puede cometer un padre.
A partir de ahí, toda historia que nosotros conocemos y que nuestro compañero David ha comentado a la perfección, o incluso Javier en el último comentario. Los familiares esperan algo que rara vez sucede e insisten. Los niños no disfrutan de su deporte preferido debido a la constante presión que reciben de sus familiares, y por ello, muchas veces lloran y deciden abandonar la práctica deportiva.

De esta manera, me es necesario comentar una anécdota que sufrí hace poco tiempo: soy entrenador – educador de un grupo de chavales de fútbol de 13 años. Cada día vienen con una ilusión a jugar enorme. Les aconsejo que disfruten del fútbol, del deporte en general, que se diviertan y que hagan amigos. Ahora vamos con los padres… vamos segundos (el resultado es lo de menos) y ganamos un partido por un gol. El delantero nuestro ha errado varias acciones delante del portero, y al terminar el partido todo el equipo va a animarle, correcto, ¿verdad? Al salir del campo me encuentro con el padre del niño y me comenta que se lo va a llevar a casa porque el equipo no podía haber sufrido tanto por su hijo, que su hijo no se merecía jugar por lo mal que había jugado…. Veía al padre con una cara desencajada, sufriendo, molesto con su hijo, cuando su hijo lo único que había hecho era jugar a fútbol, divertirse… ¿cómo se encontraba el niño? Llorando, parecía que el fútbol no iba con él, que no se divertía, que no quería seguir. Como educador tuve que dirigirme al niño (porque realmente es lo importante) para que estuviese tranquilo y satisfecho de su juego, y sobre todo, animarle. Al padre tuve que conducirlo a que viese de una manera diferente el juego, que observara que su niño se lo pasase bien, y que todo lo demás, si tuviese que llegar, que llegaría…Ahora me pregunto, ¿qué sería de este niño si en una competición de máximo nivel quedase segundo o tercero?

Digo esto porque muchas veces el error que se comete cuando uno es deportista viene inducido por la mala educación que ha recibido desde joven, desde que sus padres le instaban a ser el mejor, y no a disfrutar del deporte. Por ello, al igual que David y mis compañeros, insto a todos nosotros a cambiar la manera de ver el deporte. Todos juntos, podemos.

VICENTE AMPOSTA ROS

Unknown ha dit...
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Unknown ha dit...

Lo primero que quería hacer es felicitar a David por el gran post que ha publicado, es de agradecer que alguien se tome la molestia de escribir sobre el deporte base, que al fin y al cabo es donde casi todos empezamos, o practicándolo o enseñándolo.

A mí me gustaría comentar este post basándome en mi propia experiencia como entrenador de niños de entre 8 y 12 años en una escuela de fútbol base. En mi corta carrera como entrenador (llevo 6 años ejerciendo). He visto más barbaridades y atrocidades de las que me hubiera gustado ver en toda mi vida, y yo me pregunto: ¿por qué sucede esto? Yo principalmente lo atribuyo a dos razones:

La primera se la podemos dar a la Televisión, esa magnifica caja de la que los padres se creen todo lo que ven y se creen que sus hijos pueden hacer todo lo que aparece en ella.

Y la segunda razón se la doy al bajo nivel intelectual de los padres de los niños deportistas, porque si no es inexplicable que esté ocurriendo lo que veo cada sábado cuando entreno a mis niños.

Para concluir quisiera citar un artículo que me llamó mucho la atención: lo leí en el periódico "Levante, el mercantil valenciano". No recuerdo el autor, pero sí perfectamente el título, que a su vez me servirá como conclusión de mi comentario en este artículo: "Tienes más peligro que los padres de un niño futbolista". Ahí queda eso.

DIEGO FERRI MARÍN

Albero ha dit...

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Leyendo este post recordé algo que me pasó de pequeño y que influyó mucho en mí. Correría el año 1998, es decir, tendría unos 10 años. A mí, sinceramente, me gustaba muchísimo comer y cuantos más numeritos delante de aquellas letras que ponían "kcal" pues mejor. Tanto era así que ciertamente, a pesar de que era un niño bastante activo, tenía algún kilito de más. Una de las actividades deportivas que realizaba era el fútbol, concretamente en la escuela de fútbol de mi pueblo. La verdad es que más que gustarme el fútbol lo hacía por estar con mis amigos. Por aquel entonces recuerdo que la mayoría de entrenadores eran jugadores del primer equipo que, por aquel entonces, militaba en la 3ªdivisión, algo que hace cuestionarme la formación que podían tener para entrenar a niños y, sobre todo, la orientación que le podían dar a estos entrenamientos. Los días pasaban y yo era feliz con mi vida y conmigo mismo.

El caso es que aquel año asistimos al Cotif, un torneo que se realizaba en Alcudia. En uno de los partidos yo empecé en el banquillo(la verdad es que mi calidad no era extrema, lo aceptaba) y en un momento del partido el entrenador, Pepe, me llamó para que saliera al campo. Me levanté de un salto del banquillo con ilusión propia de un niño y justo antes de entrar al campo Pepe me cogió de los hombros y se agachó…¿Me iba a dar ánimos?¿Me iba a decir mi posición? No…Jamás olvidaré lo que me dijo y su cara al decírmelo…“Espero que lo hagas bien porque hay padres que me han dicho que no te ponga porque estás gordito” Sí señor, eso está en el decálogo de la motivación infantil. Ya podéis imaginar cómo salí al campo. Acabó el partido y con él nuestra participación en el torneo y, también, mis entrenamientos en la escuela. Sin jamás decirles el motivo a mis padres(aunque se lo imaginaban)no quise volver a subir a la escuela de fútbol a pesar de que allí estaban algunos muy buenos amigos míos.

Después de esto estuve un corto periodo de tiempo sin practicar ninguna actividad deportiva hasta que un día decidí “ponerme en forma” y me situé en el otro extremo, es decir, dejé de comer la cantidad de comida que ingería con anterioridad y, por supuesto, no probaba ya ni un solo alimento de alto valor calórico. En poco tiempo perdí mucho peso tanto que mucha gente pensaba que tenía anorexia…Creo que no llegué a tener, no sé, pero lo cierto es que sí hice cosas raras con la comida y realizaba mucho ejercicio para “quemar”. Ya os podéis imaginar cómo lo pasaron mis padres. Estaba obsesionado con mi aspecto. Y todo, en un periodo crítico en mi crecimiento. En fin, al final fui abandonando esta obsesión y volví a ser “normal” aunque no sé si aquello que hice en edad de crecimiento pudo perjudicar mi desarrollo. Si veo fotos de aquella época respondo de forma afirmativa de forma inmediata. Afortunadamente, un par de años después(y actualmente), Pepe entrenaba equipos de 2ªdivisión B por lo que los niños podrían, a partir de entonces, estar a salvo alejados de sus palabras. Y yo, con todo, acabé “enganchado” al deporte.

Albero ha dit...

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Las dos preguntas que me surgen con esta experiencia son: ¿Tan importante es la victoria para unos padres que van a ver a sus hijos jugar? ¿Qué formación tendría ese “entrenador” para decir algo así a un niño?

Fuera de mi experiencia personal, está claro que a los entrenadores (yo cambiaría el término por educadores) que trabajan con niños en este tipo de instituciones deben de estar formados correctamente para tal causa. Cualquiera no puede tratar con niños porque una sola frase mal dicha puede cambiar sus vidas. Además, estos educadores deben ser capaces de cambiar la actitud de los padres. ¿No podría haberle dicho Pepe a esos padres que ya habrá tiempo para ganar, que entonces era tiempo de divertirse? No sé lo que les diría, pero mejor no saberlo…Puede que uno no esté formado para hacerlo bien, pero al menos ha de tratar de no hacerlo mal. Y lo peor de todo es que, después de 13 años, las cosas no han cambiado.

PD: Por otra parte, he de admitir que a veces me pregunto si hubiera llegado a disfrutar y “amar” el deporte y la actividad física en general si no me hubiera ocurrido esta experiencia.