Por Marcos González Pons,
estudiante de Metodología de la enseñanza de la AF y el Deporte.
Hablamos en muchas ocasiones de la metodología que debe seguirse en una sesión, de las formas de enseñanza, de la relación profesor-alumno y de los estilos de enseñanza que pueden observarse para la transmisión de una serie de conceptos. Ahora bien, puede decirse que los contenidos que se transmiten durante una sesión pueden llegar a ser completamente contraproducentes si se oponen a los objetivos propuestos para la misma (Devís, 1993).
Nos encontramos en la universidad, en una carrera, no en una cualquiera, sino la que nosotros con el esfuerzo y el trabajo hemos decidido frente a todas las demás. Evidentemente, día a día con diversos valores y fundamentos se nos educa para en un futuro lograr que esos alumnos novatos acaben siendo profesionales de aquello sobre lo que han estudiado. Hablamos de una carrera teórico-práctica; y se nos dice en todo momento que hay que cuidar de tu propio cuerpo, de tu propio organismo para obtener un mayor rendimiento y forma física.
Sin embargo, si tienes una lesión, aunque sea mínima, no puedes formar parte de esos fundamentos prácticos, no formar parte por decirlo de algún modo, de la clase, o al menos, no al completo. Resulta que tienes que realizar un cierto número de prácticas para siquiera, presentarte a una prueba final ¿No estarías forzando esa lesión? ¿No estarías perjudicando a tu propio cuerpo? ¿Sería, entonces, educativo esto que exponemos?
Por poner otro ejemplo, me gustaría hablar del conjunto horario del que formo parte, y en concreto, del martes. Día en el que comenzamos a las 8 y media de la mañana y salimos a las 7 de la tarde con apenas 1 hora y media de descanso. Resulta que uno de los valores más importantes que se transmiten en esta carrera trata sobre la nutrición y el cuidado del organismo para una mayor capacidad física. ¿Cuándo se supone que voy a poder comer este tipo de días?, y sobre todo, ¿qué voy a comer cuando tengo media hora entre una clase y otra y debe servirme como desplazamiento por la ciudad de Valencia? Quizá algo de poca cantidad y en apenas 10 minutos…
Está claro que en ciertas ocasiones no es posible realizar una serie de cambios que sean contraproducentes con aquello que se enseña, no a nivel particular, sino en lo que trata a toda una carrera universitaria; de hecho, el tiempo del que se dispone para poder enseñar unos valores determinados en una asignatura puede no ser el idóneo, e incluso podemos tener menos del que de verdad deberíamos tener. Sin embargo, tenemos que enseñar con el ejemplo, debemos educar, que es lo más importante, realizando aquello de lo que se nos habla en clase.
Simon-Morton et al (1988), exponen que es importante introducir a los alumnos en las formas de hacer ejercicio, de controlar y confeccionar su propia dieta y programa de actividad física; y cómo hacer mejor uso de las facilidades disponibles en la comunidad. También es importante que se estimule a los alumnos a analizar críticamente la salud y el ejercicio dentro de su contexto social y cultural y a examinar el modo en que están construidas socialmente nuestras ideas sobre lo que constituye la salud y la condición física.
Ahora es cuando me gustaría volver a las primeras clases de la asignatura en la que se planteaba la pregunta, ¿Es lo mismo enseñar y educar? Cada uno tendrá su respuesta, ahora bien, no creo que cualquier actividad presentada sea beneficiosa para cualquier sujeto si no lleva consigo una serie de valores que permitan que éste comprenda aquello que se le está enseñando o transmitiendo en una clase o sesión determinada.
Referèncias:
Devís, J. y Peiró, C (1993). La actividad física y la promoción de la salud en niños/as y jóvenes: la escuela y la educación física. Revista de psicología del deporte, 4, (71-86)
Protocolo de estilos de vida saludables y educación física en la escuela: Educación física y salud en la escuela
Delgado, M. Tercedor, P. (2002). Estrategias de intervención en educación para la salud y la educación física. Barcelona: INDE publicaciones.