dijous, 3 de gener del 2013

Los niños y su enseñanza a través del juego

 Por José Manuel Hernández Navarro,
estudiante de Metodología de la Enseñanza de la AF y el Deporte

Este es mi primer año como entrenador de fútbol con niños tan pequeños, con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años. En distintas ocasiones he entrenado equipos de niños con una edad entorno a los 12 años pero este año me ilusioné en este proyecto porque, entre otras cosas, mi hijo forma parte del equipo.

Me presenté el primer día sabiendo que sería diferente a lo que había hecho hasta ahora, pero con la misma idea: enseñar el deporte y que los niños aprendieran a jugar al futbol. Al poco de iniciar la actividad, y habiendo preparado el entrenamiento con las adaptaciones que creía pertinentes, me di cuenta rápidamente que aquello era un desastre, pues apenas iniciado el entrenamiento me encontré con variedad de problemas y totalmente desbordado por la situación, pues me vi con algún que otro niño llorando, bien porque quería irse con su madre, bien porque no me conocía, alguno que otro peleándose con algún compañero, otro niño que se nos fue a los columpios a jugar y que no quería entrenar, en conclusión y como os podéis imaginar, un auténtico caos.

Hasta ese momento no me había parado a pensar donde me había metido, ni me había planteado la posibilidad de que estos niños tan pequeños no fueran capaces de realizar una fila, o de colocarse en forma de círculo, en fin, cosas “tan sencillas”. Pero ¿Acaso no me había dado cuenta de que solo tenían 3 y 4 años?

No hace falta una mente brillante para ver que algo debía modificar respecto a lo que había hecho hasta el momento. Pues esta situación de caos era, pienso, por dos causas concretas, por un lado la edad de los niños, muy pegados a sus madres y por otro, y es en lo que más me voy a centrar, lo poco atractivo de la actividad y la falta de motivación, es decir, no les gustaba lo que les proponía. Como os podéis imaginar, por momentos me vi ante un obstáculo infranqueable: iniciar a niños tan pequeños en el deporte del fútbol.

Para solucionar el problema organizativo podría haber planteado hacerles ejercicios para trabajar habilidades utilizando el mando directo como estilo de enseñanza para que, de esta forma, acataran mis órdenes sin más. A base de repetir aprenderían a jugar y estarían controlados. Pero tome otra dirección, la del juego, mi mejor recurso. Los niños, en edades tan bajas, únicamente quieren entretenerse, pasarlo bien y jugar, les da igual el deporte. Pensé en los juegos como una posible solución para que se divirtieran, es el aliado perfecto para que aprendan, pues a través de ellos podemos enseñarles algo que, expuesto de otro modo, no despertaría en ellos tanta atención y entrega. Pronto me di cuenta que se apreciaban ciertas mejoras en la forma de presentar las tareas y que no ponen la misma cara cuando propones ejercicios de pases haciendo filas que si dices “vamos a jugar a…”. Con los cambios, los niños aprenden jugando y ¡se divierten!, y aunque no está todo el camino hecho, los juegos significan para ellos diversión, pasarlo bien y, gracias a ellos, tengo la posibilidad de enseñarles los contenidos.

Tras probar, aposté por la espontaneidad y motivación del juego, minimizando en gran medida los ejercicios para mejorar aspectos técnicos y tras la decisión de ir en esa dirección, busqué documentación sobre juegos adecuados para esas edades y encontré, entre otros, el libro Los juegos en la motricidad infantil de los 3 a los 6 años, de Ruíz et al. con una cantidad de juegos que te dan ideas para preparar las sesiones. Una de las frases que encontré en el libro y que reafirma mi postura sería “en las edades tempranas existe la necesidad de una metodología lúdica del aprendizaje”. En él se habla de unos principios pedagógicos en la educación de los niños: el principio de aprendizaje significativo, el de interacción con el medio, el de juego, el de creatividad y uno llega a la conclusión de que todos son visibles en la actividad lúdica y que por supuesto es posible una educación a través del juego.

En conclusión, utilizando estos criterios, y, eso sí, muy poco a poco, voy dominando la situación. Además, me doy cuenta que también les puedo transmitir ciertos valores de solidaridad, afecto, respeto a compañeros y reglas, la cooperación, y eso en conjunto es, grosso modo, la educación.

Referencia:
- Ruiz, F et al.(2003) Los juegos en la motricidad infantil de los 3 a los 6 años. Barcelona: Inde.

7 comentaris:

Unknown ha dit...

Hablando desde la experiencia propia, quiero decir que me he visto bajo la misma situación que el autor de este artículo. Fue hace 3 años cuando empecé a entrenar al equipo de pre-benjamines de mi pueblo. Entonces me di cuenta de todo lo que ha señalado nuestro compañero con anterioridad, como los niños eran capaces de perder el interés con una facilidad abismal, como había algunos que solo pensaban en jugar y no en el deporte…
La gran mayoría de ellos no están ahí por voluntad propia, sino que son sus padres los que desean que practiquen algún deporte, es por ello que el entrenador es el que debe conseguir captar su atención.
A través de mi experiencia me he dado cuenta que si se presentan juegos muy analíticos en los que tengan que llevar a cabo la misma acción en todo momento y además se den situaciones en las que estén muy estáticos, puedes dar por finalizado el ejercicio, ya que estos no van a conseguir saber porque están haciendo esos movimiento ni para que sirven.
Los ejercicios que les motivan y en los que aprenden son aquellos que se presentan de forma global y mediante juegos, presentando dentro de estos diferentes aspectos tanto técnicos , como tácticos. En ellos debes obligarles a pensar y a improvisar. Esto no se consigue mediante el mando directo, porque este será más fácil de llevar a cabo, pero ¿realmente merece la pena?¿los niños aprenden valores, piensan a través de este tipo de aprendizaje?
Mi opinión es que debemos plantear un descubrimiento guiado o una resolución de problemas, el problema es que la mayoría de entrenadores no están titulados y nos son capaces de llevar a cabo estos tipos de aprendizaje , además desarrollarlos supone mucho más trabajo por parte de los entrenadores y quizás no tenga un resultado directo, sino a largo plazo.
Por lo tanto entramos en la ideología del culto al rendimiento, ¿qué es más importante el resultado o el aprendizaje? Para mí, está bastante claro, ahora debemos hacérselo llegar a los entrenadores responsables de tantos y tantos niños en formación.

fernando ha dit...

Esta situación creo que nos ha pasado a mucha gente que hemos practicado este deporte durante muchos años y es que tenemos una experiencia muy amplía a nivel de dominar y recordar un gran abanico de ejercicios dirigidos a la mejora de la técnica y la táctica de los deportistas y cuando llegamos el primer día como entrenador organizamos un entrenamiento muy metódico y estricto, que cuando vamos a realizarlo es completamente inútil, bien porque es el primer día y los niños no están acostumbrados o simplemente porque el primer día igual lo adecuados es establecer unas bases, que los niños se conozcan con juegos de presentación, que entiendan lo que es formar parte de un equipo ya que son edades muy tempranas y estas cosas deben de enseñarse de muy jóvenes para que aprendan los valores de solidaridad, cooperación trabajo en equipo,... Esta sesión que yo la llamaría de acercamiento y cohesión de grupo pocas veces la realizamos, y creo que es una de las bases para el desarrollo del grupo y del individuo en un equipo de fútbol.

Además comentar la situación que nos ha pasado a todos los que hemos practicados este deporte y hemos pasado a entrenar y es que hemos elaborado de una elevada ejecución técnica a niños que todavía deben aprender a correr, saltar, lanzar,... Esta situación en ocasiones a gente que no ha practicado este deporte a un alto nivel y pasa a ser entrenador no le sucede, debido a que antes de organizar el entrenamiento observan la edad de los infantes, por lo que esto provoca en mi mente una idea que he escuchado toda mi vida y la gente recalca mucho en este mundo y en otros deportes, es la siguiente: “Ese no puede ser entrenador que no ha practicado ese deporte a un gran nivel”. Y es que hay gente que opina que para ser un gran entrenador has tenido que ser antes un gran deportista, a mi juicio eso no es correcto, que hayas sido un gran deportista, no quiere decir que vayas a ser un gran entrenador, un gran educador, un gran docente. No significa que tengas la capacidad de enseñar de inculcar valores a deportistas que probablemente no conseguirán tener la destreza o la capacidad de aprender cuando tu tenías la misma edad.

Para finalizar, ser entrenador no es únicamente tener una gran sabiduría táctica y técnica de un deporte, implica tener una serie de valores de liderazgo, comprensión, empatía, una correcta toma de decisiones, esos valores no te los da el haber sido un gran jugador en dicho deporte.

Fernando Martínez Olivares.

Andrés Micó Tormo ha dit...

Me gustaría, antes de todo, felicitar a José por el post que ha realizado, ya que me siento muy identificado con la situación que nos ha contado.
En mi caso, siempre he entrenado equipos de una edad superior a los 8 o 9 años, edad en la que los niños ya tienen una base y cierta educación (la mayoría), por lo que ya es más sencillo tenerlos controlados y realizar ejercicios más específicos del propio deporte.
Sin embargo, estas mismas navidades se ha realizado en mi club un campus de tecnificación que comprendía desde los 4 hasta los 18 años. El grupo de niños del cual yo me encargaba era de los 4 a los 6 años.
Sin tener en cuenta el primer problema, que era la diferencia de edad entre unos y otros, que en esas edades se nota mucho, tengo que decir que el primer día me volví loco para poder solamente organizarnos para realizar cualquier ejercicio, ya que en el momento que me despistaba un poco, ya había 3 o 4 niños en el suelo o jugando entre ellos.
Yo no sabía qué hacer, hasta el momento que llegó el coordinador del campus, el cual tiene mucha más experiencia que yo, y vino a ayudarme al observar que tenía algún problema.
En menos de medio minuto tenia a los 20 niños a su disposición haciendo lo que él quería. Cualquier cosa que decía la convertía en un juego, al que los niños respondían de inmediato. Por ejemplo: el último que se coloque en el cono no juega el partido, el último que traiga un balón da una vuelta al campo. Además, modificando los ejercicios y trasladándolos a un contexto lúdico, los chavales realizaron los ejercicios sin ningún tipo de problema y con muchas ganas.
Por tanto, tengo que darle a José toda la razón en su post. En muchas ocasiones, los entrenadores nos quejamos de que nuestros jugadores se portan muy mal, que el grupo no es bueno, que no hacen caso, etc, y la mayor parte de las veces no nos damos cuenta de que gran parte de eso es culpa nuestra. Somos nosotros los que tenemos que saber adaptarnos al grupo de jugadores que tenemos, teniendo todos los factores en cuenta. En este caso, la solución era adaptarse a los niños de esta edad tan temprana, basándolo todo en juegos, que es lo que de verdad les gusta y les motiva para poder ir mejorando poco a poco.
También es muy importante conocer bien al grupo y a los jugadores que tienes, ya que muchas veces se intenta enseñar a los niños acciones técnicas que nosotros mismos ni sabemos hacer, cuando ellos aún no han aprendido las habilidades motrices básicas como correr o saltar.

Christian Rodriguez Zafra ha dit...

Me parece muy interesante el post de Jose, y es que, a pesar de no haber entrenado nunca a ningún equipo de fútbol, si tengo amigos que lo hacen y he tenido la oportunidad de asistir a numerosos entrenamientos y lo mejor de todo es que he visto entrenamientos de todas las edades y las diferencias entre el planteamiento de un entrenamiento enfocado para prebenjamines y uno para, por ejemplo, alevines o infantiles, son enormes.

El principal problema que tenía Jose, bajo mi punto de vista, es el hecho de haber tenido ya una experiencia previa con jugadores más mayores, por lo que ya tenía un esquema de como hacer el entrenamiento en su cabeza, basado en dicha experiencia, sin tener en cuenta que es posible que su nuevo equipo, al ser de niños de edad más temprana, necesita otro tipo de motivaciones y de ejercicios. No quiero decir con esto que si no hubiese tenido la experiencia previa no hubiese cometido el mismo error, porque yo no tengo ninguna experiencia y seguramente me habría ocurrido lo mismo.

El problema que nos ocurre siempre a los que ya hemos practicado deporte y queremos enseñar a los demás, es que no contamos con que nuestros aprendices no tienen la base que nosotros ya hemos adquirido con el tiempo, y creemos que los ejercicios que planteemos y las explicaciones que hagamos se van a entender a la perfección, pero estas expectativas cambian de golpe cuando nos topamos con la realidad, y sobretodo con niños tan pequeños, que como bien han dicho mis compañeros lo único que quieren hacer es jugar.

Es por esto, por el hecho de que los niños siempre quieran jugar, que debemos enfocar el deporte en edades tan tempranas como un juego. Hay padres y entrenadores que desde que conocen a sus hijos/jugadores, quieren que sean los mejores del mundo y que el equipo en el que juegan gane todos los partidos, olvidando que para ellos es un juego y lo que quieren es divertirse, y eso es un error muy grave, debido a que el deporte con niños tan pequeños no debe tomarse nunca como una competición, porque lo más probable es que estos se acaben frustrando por no cumplir con unas expectativas competitivas, erróneas bajo mi punto de vista, y acaben abandonando la práctica deportiva.

Adrián Esteve Muñoz ha dit...

Muy importante la experiencia que en este post se comenta acerca de cómo enfrentarse a las dificultades que un primer momento no te habías planteado. Muchas veces nos centramos en tener en cuenta todos los aspectos técnico-tácticos que queremos trabajar en la sesión, realizando actividades que creemos son las idóneas para lo que queremos trabajar y para quienes estamos trabajando, pero muchas veces se nos olvida el saber manejar aquello que normalmente no se prepara, estar atentos al currículum oculto.
Es cierto que puedes tener en tus manos los mejores ejercicios, pero en el momento que creemos de descanso, en los que mandas a los niños a beber agua, recoger el material o distribuirlos por el campo, es cuando más riesgo existe de que la sesión se escape de las manos del entrenador. Dependiendo de la edad, existen comportamientos que siempre se repiten, en este caso, los niños se van con sus padres o se ponen a jugar entre ellos, por tanto más allá de, por supuesto, elaborar una serie de juegos de acuerdo a los objetivos que queremos enseñar, hay que saber manejar todo aquello que siempre se repite y se va a repetir en una sesión, y crear una manera de saber manejar esas circunstancias.
Una vez lo comentado lo relacionado con el currículum oculto y que va significar mucho en cuanto a cómo nos van a percibir nuestros alumnos o jugadores, entiendo que es el momento de, cómo bien se expone en el post, saber ajustarse a los requerimientos de la situación en cuanto a los juegos planteados. Me parece admirable ver a un entrenador reconociendo su error, e intentando corregirlo día a día buscando aquellas herramientas que le permitan realizar un entrenamiento provechoso. La experiencia me dice, que los entrenadores, cuando no pueden asumir el control de sus jugadores les realizan castigos físicos (correr, abdominales, flexiones…). Por un lado estamos formando a niños, haciéndoles creer que correr, realizar abdominales y flexiones es un castigo, lo cual se convierte en un problema en el futuro cuando van cumpliendo años y lo siguen viendo así. Por otro lado normalmente es el entrenador el que provoca esas situaciones de descontrol, no teniendo en cuenta y no sabiendo actuar acorde a la situación. También me parece oportuno destacar, que estos niños, es su primer contacto que tienen con el deporte, y que si la primera experiencia no es buena, pocos van querer repetir.
Por eso me ha parecido admirable ver a un entrenador, ante todo educador, que reconoce que el error no es solo de los niños, aunque seguro que alguno siempre pone de su parte, y ver como utiliza las herramientas que se nos proporciona en la carrera para saber actuar frente a este tipo de circunstancias, y lo mejor de todo es que la recompensa no tiene precio, ver como los niños te agradecen a través de su disfrute del juego la dedicación empleada, es increíble, y anima a seguir mejorando como educador y como entrenador. Y la mayoría de esos niños, recordarán en el futuro a su primer entrenador, y por lo que se lee en el post, seguro que tendrán solo palabras de agradecimiento.

Adrian Lopez Duch ha dit...

Cuando he acabado de leer el primer párrafo del post de mi compañero Jose, me he sentido completamente identificado, y a la vez, me han venido una mezcla de sentimientos al recordar mis inicios como entrenador (y por tanto educador).

Muchos de ellos eran buenos, pero otros no tanto.
Cualquier persona que empieza a trabajar en un equipo de niños, al principio tiene la costumbre de pensar que será mucho más fácil tenerlos entretenidos comparado con un equipo de gente más mayor. Pero nada más lejos de la realidad. Sientes pánico, ansiedad, e incluso miedo de no ser capaz de controlar la situación. Cada uno hace lo que quiere y no hay forma de tenerlos contentos a todos (de hecho a casi nadie). Es en ese momento cuando te planteas qué estás haciendo mal: ¿seré yo que no impongo demasiado respeto? ¿serán ellos que no quieren venir a entrenar?... La respuesta estaba clara y, aunque me costó bastante más tiempo que a Jose, me di cuenta que lo que realmente les motivaba a ellos (por no decir lo único), eran los juegos. Después de haberlo vivido, como la mayoría de la gente que se encontrará en esta carrera, opino que no todo el mundo sirve para ser educador de niños, sea cual sea el ámbito. Hace falta un mínimo de conocimiento sobre cómo llevarlos a esas edades. Los años me han mostrado que mucha es la gente que a base del mando directo y continuos reproches hacía ellos hacen que éstos odien el deporte y abandonen al no disfrutarlo. Y es lo normal. A edades tan pequeñas lo mínimo que importa es el tipo de deporte en sí, y lo que más les va a ayudar es el juego. Con él se sienten libres, dueños de hacer todo aquello que espontáneamente desean, a la vez que desarrollan sus cualidades. Además, aunque siempre hay que tener claro que tú eres el líder, el que se va a encargar de que todo fluya correctamente y no haya ningún tipo de problema, hay que tener un cierto grado de empatía y ser capaz de recordar como eras a su edad (permitiendo muchas cosas). Es por ello que nada más empieces a entrar un equipo de niños, hay que saber distinguir qué es lo que verdaderamente necesitan a través de su edad, madurez y características del grupo. No es lo mismo que el grupo se conozca que no (donde se promoverán ejercicios de relaciones entre ellos, de contacto), por ejemplo. Una vez sepamos eso y en base a nuestros conocimientos, tenemos que intentar desarrollar cada entrenamiento lo mejor posible.


Ignacio Del Arco Moreno ha dit...

Para empezar creo que el camino que esa siguiendo nuestro compañero José es el correcto y seguro que esta carrera le está ayudando mucho para que esto ocurra.

Lo primero decir desde mi punto de vista que un juego se lo podéis hacer a un niño de 4 años y también a un “niño de 20” ¿o ninguno de vosotros ha disfrutado con los juegos planteados en esta carrera en diferentes asignatura? A cualquier niño de cualquier edad puedes hacer que aprenda jugando, ahora bien tal vez cuanto más mayor se hacen y según el objetivo que se busque, harán falta también otro tipo de tareas más específicas.
Sabemos que el juego es una actividad placentera, espontánea y voluntaria y que exige la participación activa de quien juega, es por ello la importancia de hacer que jueguen, ya que se conseguirá que se involucren y que a la vez estén pasando un agradable momento.
Desde mi experiencia, el año pasado estuve con un equipo Cadete y un equipo querubín, habían juegos que se los hacia a los dos equipos y ambos disfrutaban con ellos, lógicamente habían diferentes normas u objetivos que lo complicaban o lo facilitaban.

Como experiencia persona con el equipo querubín tuve claro el hacer juegos desde el primer día. Para hacer estos juegos jugaba con tres variables, que tuviesen como objetivo mejorar la psicomotricidad, ya que como se ha comentado en estas edades los niños aun no realizan ciertos movimientos correctamente, utilizar siempre juegos, y por último que estuviese relacionado con un balón de futbol, ya que ellos no relacionaban ir a entrenar a futbol y no coger un balón. Centrándome en esta última variable, realice una pequeña progresión. Como sabemos las etapas de enseñanza de futbol 7 se dividen en 6. Yo empecé trabajando con la primera de ellas que es “Jugador y balón”, por lo tanto aquí realizaba juegos donde cada uno llevase un balón, y la segunda, “jugador, balón, portería” una vez visto que este tipos de juegos empezaban a dominarlos les iba añadiendo juegos relacionados con la tercera etapa “Jugador, balón, portería y defensa”, juegos donde aparecían duelos, como por ejemplo puede ser el simple juego de la araña.

En cuanto al comentario de otro compañero, relacionado con los tiempos de espera, por ejemplo para quitar y colocar conos, en mi caso yo decidí que si iba a ser medianamente prolongado, 3-4 minutos o más, los mandaba a beber agua, así mientras yo lo realizaba ellos seguían centrados en otra tarea, de la otra forma y como me ocurría al principio, unos se iban por una parte del campo, otros por otra, unos se pegaban, otros lloraban por un golpe, y con esta pequeña solución evite que todo eso ocurriese.

Para finalizar, me gustaría comentar una duda que tengo del post de Andrés Mico Tormo, en él dice, que el coordinador de su escuela, con gran experiencia, la cual lógicamente no dudo, les hacía actividades para que le hiciesen caso, como por ejemplo, el último no juega el partido, o da una vuelta. La cuestión sobre esto es la siguiente, ¿Cumplía lo que decía o luego lo pasaba por alto? Pienso que si el caso es el de pasarlo por alto, debería optar por otras frases, porque si no a la larga verían que el premio de llegar primero o último no existe, y los niños son niños pero no tontos. En el que caso de que eso se cumpliese lo veo una gran barbaridad y más con niños de esa edad, por lo que opino que la solución para conseguir lo que el pretendía no es la más adecuada.