Por Gonzalo Monfort Torres y Pablo Tierraseca Montero,
estudiantes de Teoría y Pràctica del Currículum de la EF
estudiantes de Teoría y Pràctica del Currículum de la EF
Actualmente se cursa la asignatura de Educación Física en la Enseñanza Secundaria Obligatoria en España. Principalmente, desde nuestro punto de vista como antiguos alumnos, pero lo suficientemente reciente, creemos que existen dos aspectos (entre otros) que deberían ser susceptibles de cambio. Uno de ellos la masificación del aula.
No es extraño que un profesor de educación física tenga a su cargo un grupo de 30 alumnos. El hecho de haya un número tan elevado de discentes hace que la tarea del profesor de transmitir conocimientos, de poner en práctica metodologías y sobre todo, de llegar a conocer y a poder evaluar realmente lo que cada alumno de forma individual esta extrayendo de las sesiones sea hartamente complicada. En el currículum de la asignatura publicado por la Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana se explican los objetivos de la asignatura, los contenidos que se deben impartir en cada curso, y además se incide en que no solo se debe tener en cuenta el rendimiento motriz, si no muchos otros factores como la “participación activa”.
Después de explicar esa serie de puntos, no explica como ha de evaluar el profesor. En una clase con un número de alumnos tan elevado, y en una asignatura a la que se destinan muy pocas horas de docencia, muchos profesores optan por valorar el rendimiento motriz como el criterio más importante en muchas ocasiones. No suele ser el único, pero si tiene más peso que el resto. Es extraño ver que un alumno con soltura en los deportes, con una buena capacidad física, y con una motivación que seguramente deriva de lo anterior no saque sobresalientes en nuestra materia. En cambio es más común ver que un alumno con un físico que no le permite tanta soltura en las actividades físicas que se proponen en la clase no alcance nunca la máxima nota ni notas altas.
Nosotros valoramos esto de la siguiente manera: existe una deportivización en las clases de educación física. Esto lleva a premiar más el rendimiento. ¿Por qué? Probablemente dos factores claves sean la influencia de la sociedad en la forma de concebir las clases por parte del docente y la masificación.
Cronometrar una carrera, ver como se realiza correctamente una voltereta, y valorar la habilidad lanzando un balón a una canasta es fácil. Es un recurso fácil para un profesor con demasiados alumnos que no puede llegar a valorar (como decíamos al principio) realmente el aprovechamiento que el alumno esta haciendo de sus sesiones. Cierto es que el profesor no es el responsable de su número de alumnos y que seguramente preferiría tener muchos menos. Pero ante esta situación hay que cambiar.
El cambio que nosotros proponemos es el siguiente: cambiar la forma de dar la clase y la forma de evaluarla con el objetivo de acercarnos más al alumno y poder evaluarle mejor, conforme a criterios que abarquen todos los objetivos de los asignatura, no solo unos pocos.
Si nos fijamos en el curriculum podemos observar que para educación física hay multitud de contenidos prácticos y teóricos que deben darse. Nuestra propuesta se basa en dividir el tiempo de docencia semanal en dos partes.
Una de estas partes, compuestas por dos tercios del tiempo de clase se dedicaría a realizar contenidos prácticos a la vez que mientras se realizan se van relacionando con contenidos teóricos del programa, lanzando conceptos clave que los alumnos deben de comprender y asimilar.
La otra parte (el tercio restante), en un ambiente dinámico (fuera del aula, sin sillas, mesas o pizarra) se dedicaría a explicar conceptos que hayan quedado en el aire o a remarcar algunos de los más importantes.
¿Cómo evaluamos a los alumnos? La fórmula que proponemos es la siguiente: cuando haya contenidos ya dados y remarcados los suficiente para que el docente crea que puedan estar asimilados, durante los dos tercios de tiempo de la “parte práctica”, teniendo en cuenta que la clase debe tener una auto-organización óptima, el profesor seleccionará pequeños grupos de 5 – 7 alumnos a los que llamará para preguntarles de forma oral por sus impresiones acerca de lo realizados hasta ahora y por los conceptos que deben retener. Pensamos que dedicando un tiempo específico al contacto profesor – alumnos y a realizar una evaluación aprovechando este contacto el docente podrá ver mejor cual es la situación personal de cada alumno. El objetivo es conseguir ser un poco más profundo y poder ayudar a todos en su necesidad.
Pensamos que valorar de forma importante los conceptos teóricos asimilados, así como la actitudes que muestran durante la práctica puede dar un resultado más completo que únicamente la medida de marcas y de veces que se realiza una acción. Nuestro planteamiento nace de la creencia de que cuanto más implicado esta el docente y más cercano este de sus alumnos el proceso de enseñanza y el proceso evaluativo será de más calidad. Probablemente más complejo, pero sin duda de más calidad.
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