dilluns, 31 de desembre del 2012

Las formas de un entrenador de fútbol base


Por Marcos Campos Giménez,
estudiante de Metodología de la enseñanza de la AF y del Deporte

El objetivo del siguiente post es hacer una crítica personal (opinión) a las formas y las maneras que tienen los entrenadores para comunicarse con sus jugadores, cada fin de semana que vamos a ver un partido de futbol base al campo.


Muchas veces, los entrenadores de futbol base no tratan con respeto a los propios niños , no los tratan como tales, únicamente se dejan llevar por su fanatismo y solo buscan ganar, ganar y ganar, sin tener en cuenta los medios, sin respetar a las personas ni ningún principio ético, gritando a los niños, insultado al árbitro, enfrentándose con padres o con entrenadores rivales…, y pienso que no es el ambiente más apropiado, ni las conductas más apropiadas que deben ver los niños, ya que afecta a su correcto desarrollo y educación.

Esto se produce muchas veces porque los entrenadores actúan como si entrenaran a adultos y aunque parezca una tontería, hay que recordarles que están entrenando a niños. El entrenador en muchas ocasiones debe tener en cuenta que el entrenamiento no es un juego en el cual puede utilizar a los jugadores a su antojo, según su estado anímico; sino todo lo contrario, donde aparte de enseñarles cuestiones técnicas, tácticas o físicas, tienen que asumir su función de educador, función que la mayoría de entrenadores se desentienden de ella y lo único que buscan son resultados y rendimiento. También incluimos en este apartado las escuelas de alto rendimiento en las cuales se debe de fomentar la búsqueda de resultados a medio y largo plazo y no la búsqueda de resultados inmediatos que es lo que ocurre en la mayoría de las ocasiones.

Además, el entrenador, en estas edades, es un modelo para sus deportistas, por lo tanto debe de tratarles con respeto, evitando cualquier tipo de menosprecio o insulto. El entrenador debe asumir que los errores (técnicos, tácticos…) son una parte más dentro del proceso de aprendizaje del niño. La función principal de un entrenador consiste en fomentar ciertos comportamientos deseables para la práctica deportiva y eliminar otros que no lo son. Fundamentalmente según Ginés Meléndez existen dos aproximaciones para influir en la conducta de los demás:

- Aproximación positiva: se emplea para iniciar o consolidar una conducta y donde el instrumento utilizado es el refuerzo positivo.

- Aproximación negativa: está diseñada para eliminar conductas no deseables mediante el castigo o la crítica.

Teniendo en cuenta estas dos aproximaciones, y siguiendo con Ginés Meléndez, el refuerzo positivo mejora la actuación deportiva y muchas veces el control abusivo presenta inconvenientes, donde sí que es cierto que el castigo disminuye y elimina de forma expeditiva las conductas inadecuadas, pero también es cierto que éste funciona activando el miedo al fracaso, la desmotivación y el estrés de los niños. Además, los gritos y chillidos hacen desagradable el entrenamiento y disminuyen el nivel de diversión de los jugadores. Esto provoca que los sentimientos de hostilidad hacia el entrenador incrementen y por lo tanto, aumente la probabilidad de abandono en las edades tempranas.

Con esto, no estoy diciendo que debamos eliminar completamente el castigo y la crítica de los entrenamientos, sino que se progresa más adecuadamente cuando los niños reciben una combinación de refuerzos positivos, los cuales podríamos distribuir en porcentajes de: 50% de refuerzo positivo por conductas adecuadas; 5% de castigo por conductas intolerables y donde siempre se debe ofrecer al niño la conducta alternativa que debe ejecutar y un 45% a ignorar las conductas inadecuadas porque dirigir la atención a los fallos que cometen los niños puede ser perjudicial y se puede conseguir lo contrario de lo que se pretende.

Referencias:

Buceta, J. M. (2004). Estrategias psicológicas para entrenadores de deportistas jóvenes. Madrid: Dykinson

Meléndez, G. (1995) Métodos de trabajo en las escuelas federativas de Castilla La Mancha. En: Gymnos (ed.) Futbol base I jornadas internacionales, A Coruña (pp. 39-65). Madrid: Gymnos.. .

Brüggemann, D. (2011). Fútbol: entrenamiento para jóvenes y niños. Barcelona: Paidotribo.

20 comentaris:

Diego Espinosa ha dit...

En primer lloc he de dir que estic totalment d’acord amb el que diu Marcos al post, crec que n’hi ha molts “entrenadors” que tracten d’una manera incorrecta als seus jugadors.

Tots els caps de setmanes em trobe amb gent que demana als seus menuts fer coses que ni ells mateixa podrien fer, però a banda d’això és que els ho imposen a tota costa sense tindre en compte la seua educació si no sols el rendiment.
I es que els “entrenadors” de futbol base (o qualsevol esport de base) no ens donem compte de que nosaltres no estem creant esportistes d’alt rendiment (a no ser que estigues en una escola d’alt rendiment) si no que estàs en una ESCOLA de base en la qual els valors, l’aprenentatge i el respecte estan per damunt de qualsevol tipus de resultat.

Coses com “és que sou tontos o què?”, “sou uns inútils” “no teniu ni idea” o feu açò o se n’aneu a córrer”. Frases com estes són les que sent cap de setmana rere cap de setmana, a banda de rostres de xiquets tristos per què no han aconseguit el que l’entrenador volia o per què ho han fet de manera diferent a la que el entrenador ha MANAT.

Per suposat que els “entrenadors” de base volem guanyar, jo el primer, però no a qualsevol preu, per a mi està per davant el respecte als companys, a l’entrenador, a l’àrbitre, l’educació, la diversió, l’aprenentatge etc. Si hui no ix el que volem, eixirà demà, i si no a l’altre o a l’altre i si continua sense eixir tal volta hem de mirar si estem cometent algun error en l’ensenyança en lloc de tirar-li les culpes als xiquets/es. De vegades el que passa és que tractem als xiquets com a majors i eixe és l’error fonamental en molts “entrenadors” de base.

Per això el amb meu comentari vull donar suport a Marcos, per què jo també sóc una “víctima” més de la mala educació dels “entrenadors” de base.

Per suposat que tindré errors, com tots i any rere any amb les assignatures que estic cursant en la carrera vaig polint-los a més de la manera d’enfocar les coses davant dels xiquets.
Són 6 anys els que duc intentant educar en una disciplina com és el futbol a distints xiquets i encara me queda molt per aprendre o almenys és el que m’agradaria, que encara em quedara molt.

Unknown ha dit...

estic totalment d'acord tant amb el que diu Marcos al post com amb el comentai de Diego. Però no sols passa això al futbol base, puc dir personalment que al bàsquet també passa algunes vegades.

I com diu Diego el problema és que es tracta als xiquets com si foren adults i no ho són. Són xiquets que necessiten aprendre, relacionar-se, equivocar-se, provar coses, guanyar... i com no perdre. És en aquesta edat quan els nois han de aprendre a perdre. I això és feina nostra, de totes les generacions de llicenciats o graduats en educació física i l'esport, d'anant aplicant en els diferents clubs i escoles esportives que estiguen al nostre abast.

Borja ha dit...

No podía leer este post y no pararme a comentar, como entrenador de fútbol base puedo decir que es cierto todo lo que dice Marcos, por desgracia pasa y seguirá pasando mientras no se contraten a entrenadores cualificados en las escuelas de fútbol base en lugar de coger a jugadores del primer equipo como pasa en muchos clubes.
Empezaré diciendo que estas actitudes basadas en el resultado se dan en muchos deportes, pero en el fútbol todavía más. Podemos ver todas las semanas como padres y entrenadores insultan al árbitro, o lo que es incluso peor, insultan a los jugadores del equipo rival, me gustaría poder decirles: señores/as, que son niños, igual que el suyo. Un estudio(1) hecho en categoría cadete muestra que entre los comportamientos no-deportivos que presentan una incidencia más alta en los partidos de fútbol están la “Agresión verbal de padres (espectadores) al árbitro” y la “Instigación verbal de algún entrenador al árbitro”. Estas conductas por parte de padres y entrenadores demuestran que lo que se busca es el resultado, por delante de la formación del niño.
Estas actitudes que van ligadas a la ideología del rendimiento, están dirigidas, según las teorías cognitivo-sociales de las conductas de logro(2), hacia la orientación al ego, es decir, se busca el éxito superando al otro, siendo más hábil. Esto se da por la influencia de los padres y entrenadores que corrigen continuamente a los chavales, riñen si fallan, valoran únicamente el resultado, etc. Un ejemplo de esta conducta se puede ver en el vídeo ¡Adelante hijo mio! que nos pusieron en la asignatura de psicología con el Pr. Octavio Álvarez.(3)
Orientar al ego tiene el problema de que nos estamos olvidando de que estamos trabajando con niños, los utilizamos como productos y los exprimimos para conseguir resultados, pero esto es muy peligroso, ya que cuando llegue la derrota, que en el deporte siempre llega, se sentirán destrozados.
Por otro lado lo que debemos hacer es orientarlos a la tarea, que el niño sea partícipe de su mejora personal, sin comparaciones con los demás y dejando atrás el resultado. Así podrán mejorar poco a poco, levantándose cuando tropiecen y sabiendo donde han tropezado. De este modo conseguiremos que a los niños les guste lo que hacen y aunque no lleguen a vivir de ese deporte será más probable que lo continúen practicando toda su vida. Un ejemplo de ello lo podemos ver en el video L’equip petit.(4)
El entrenador orientará al ego o a la tarea, entre otras cosas, dependiendo del tipo de conductas que tenga, si buscamos orientar a la tarea deberá tener una conducta democrática, de apoyo social y de feedback positivo (Modelo multidimensional de liderazgo de Chelladurai).(5)
Respecto a la conducta de feedback positivo, como ha comentado Marcos, creo que es un factor fundamental en la motivación de los niños, un compañero, más formado que yo en este ámbito, me dio un consejo que intento llevar siempre a cabo y me gustaría que os lo planteaseis: “nunca dejes que un niño se vaya a casa sin haber recibido un feedback positivo tuya”.
Referencias bibliográficas:
(1)Gimeno, F., Sáenz, A. et al (2007) Deportividad y violencia en el fútbol base: un programa de evaluación y de prevención de partidos de riesgo. Revista de Psicología del Deporte. Vol. 16, núm. 1, pp. 103-118
(2)Balaguer, I. et al (1996) Análisis de las propiedades psicométricas del Cuestionario de Orientación al Ego y a la Tarea en el Deporte(TEOSQ) en su traducción al castellano. Psicológica. 17, 71-81
(3)(5)Apuntes de psicología social de la actividad física y el deporte. FCAFE.
(4) http://www.youtube.com/watch?v=TvLV5Iy6YDk

Ignacio Del Arco Moreno ha dit...

Pienso que el tema expuesto por Marcos es una gran realidad por desgracia en el mundo actual, y realizado por una gran mayoría de adultos.

Cohen (1998) nos dice que el entrenador es la figura más importante junto a la familia en la motivación del jugador durante los primeros años de práctica, es la persona encargada de guiar el proceso de formación de los jugadores y su labor con chicos y chicas que se inician en un deporte se debe plantear desde una perspectiva educativa y no solo deportiva.

Esto hace que sea necesario que el entrenador se prepare y se forme como cualquier otro profesional de la actividad física y el deporte, hecho que apoya un gran número de autores, por ejemplo, Sánchez Bañuelos (1996) entiende la relación entrenador-deportista desde una perspectiva psicopedagógica y cita a diversos autores que ratifican esta afirmación (Matveev, Platonov, Harre, Grosser, etc.). Además, critica a aquellos técnicos deportivos que pierden esta mentalidad humanista y se centran exclusivamente en aspectos meramente técnicos o deportivos buscando resultados a corto plazo.

Esta preparación nos llevará a no presenciar efectos negativos que podemos últimamente ver en el fútbol y que se genera en estas edades, tales como el cada vez más establecimiento de su “profesionalización” y como consecuencia su abandono deportivo.

Para que estas consecuencias no ocurran cabe destacar tres aspectos muy importantes para la actuación del entrenador sobre los jugadores: el entrenador debe saber utilizar el refuerzo con los jugadores, debe saber reaccionar adecuadamente ante los errores de los jugadores y debe saber ganarse el respeto de éstos, (obtenido de las 10 recomendaciones que realizan Smith, Smoll y Curtis (1979))

Para poder cumplir los aspectos anteriormente nombrados, el entrenador debe tener una características principales, como son la empatía y así saber ponerse en la situación de los jugadores, y ser consciente de muchos aspectos del niño, como son entre otros el nivel cognitivo y motor, o las situaciones sociales en las que vive y así poder actuar en consecuencia. Facilidad de comunicación, así poder captar con facilidad la atención y saber escuchar. Otro aspecto importante sería tener un alto grado de poder de motivación para ello ofrecer siempre un feedback intentando seguir la regla del 3/1: Tres aspectos positivos como alabanza al jugador por un aspecto negativo a mejorar o corregir. También es importante que el entrenador sepa dirigir bien a grupos, siguiendo unas normas y tratando a todos por igual y por último, ser un modelo a seguir, uno de los aspectos más importantes, ya que se convierte en una figura significativa para los chavales ya que cuenta con un gran poder de influencia equiparable al de padres o profesores. Por lo tanto, se le requiere el empleo de un vocabulario y de unas actitudes más que respetuosas, correctas y ejemplares, hacia el equipo, hacia el contrario, hacia los árbitros y hacia todo lo que representa el mundo del futbol y la realidad que nos rodea en general.

Espero que esta pequeña aportación pueda ayudar a mejorar como educadores a los entrenadores.

Referencias:

Jimenez Fuentes Guerra F. J. et al. Necesidad de Formación Psicopedagógica de los entrenadores deportivos. Universidad de Huelva.
http://prometeo.us.es/idea/publicaciones/jose/17.pdf

Vives, L.; Garcés, E. Intervención Psicológica de un club de futbol base: Propuesta de un sistema de actuación psicológica desde sus diversas áreas. Cuadernos de Psicología del Deporte, 2003. Vol 3., Núm 2, ISSN: 1578 – 8423. Universidad de Murcia.
http://revistas.um.es/cpd/article/view/112391/106651

parepe ha dit...

Empezare el comentario con una frase que veíamos en los apuntes de una asignatura al final de cada tema: “el niño no es un adulto en miniatura” (Millan, L. 2010). Esta frase iba dirigida en cuanto teníamos que trabajar en clases para niños cuando viésemos las cualidades físicas básicas como por ejemplo la flexibilidad.

Me he atrevido a coger esta frase para hacer el comentario sobre este post, por que como muchos de mis compañeros veo cada semana a entrenadores tratando a niños de 5 a 7 años como si fuesen adultos, hablándoles y explicándoles las cosas como si fuese ya unos adultos, corrigiéndoles a gritos y encima con correcciones negativas que solo impulsan a la desobediencia o a la desaparición de las ganas de jugar por parte del niño. Muchos de estos entrenadores no se dan cuenta que con lo que están trabajando son con niños, no se dan cuenta o nadie les ha dicho que mas que entrenadores o monitores son educadores, deben de educar a los niños más que hacer un sistema de juego u otro. A este tipo de entrenadores solo les impulsa el conseguir un resultado y verse lo más alto posible en la clasificación.

En un artículo de Viciana Ramirez, J. et al.(2004) veo que las preguntas por las que se empiezan a realizar la investigación son las siguientes: “¿Cuáles son los contenidos de las instrucciones del entrenador de fútbol base? ¿Están dichas indicaciones en consonancia con la Carta Europea del Deporte, con el fair play y con el comportamiento social deseado para erradicar la violencia y fomentar los valores positivos del deporte?”. Es por la última pregunta por la que me interesado en la que decía la carta europea del deporte i sería muy interesante que todo el relacionado con el deporte la leyese. Pero quiero resaltar un articulo, el articulo 5, que trata sobre “Crear la base” y otro apartado del artículo 9, donde dice: “Los responsables de la dirección o supervisión de actividades deportivas deberían contar con la calificación adecuada, con particular atención a la seguridad y la salud de las personas a su cargo.”

SI la carta europea del deporte dice esto, nosotros, futuros graduados en ciencias de la actividad y el deporte deberemos de poner atención en que se las cosas que crítica nuestro compañero Marcos en este post desaparezcan o que se vean reducidas en todo lo posible. Intentar que en los campos, en los recreos , en las canchas se vele por la seguridad y la salud física y mental de todo aquel niño que esté dispuesto a realizar una actividad física o deportiva.

Referencias:

-http://www.eurored-deporte.net/gestor/documentos/Carta_Europea_del_deporte.pdf
- apuntes sistematica del movimiento. Prof: Luis Millan.(2010)
-RAMIREZ, J.; DIAZ, M. El papel educativo y la responsabilidad de los entrenadores deportivos. Una investigación sobre la instrucciones a escolares en fútbol de competición. Revista de Educación, Madrid, v. 335, p. 163-187, 2004.

Andrés Micó Tormo ha dit...

Me parece un post muy interesante y del cual vale la pena comentar. En mi caso, no podía pasarlo por alto, ya que soy entrenador desde hace dos años y se observan conductas de muchos entrenadores que, tal vez si se observaran ellos desde fuera, les daría vergüenza.

En demasiadas ocasiones, muchos entrenadores de fútbol base,entre los que me incluyo, intentamos influir en nuestros jugadores mediante la aproximación negativa, recriminando y criticando muchas de las conductas de los jugadores. Bajo mi punto de vista, este tipo de acciones pueden ser adecuadas cuando los jugadores tienen comportamientos negativos en lo que respecta a actitud, pero en ningún caso cuando se trata de errores en acciones de juego.

En un estudio realizado para comprobar la efectividad del entrenador (Coach Effectiveness training) sacado del libro de Psicología del deporte, quedó demostrado que se obtienen mejores resultados cuando los niños tienen entrenadores que utilizan altos niveles de refuerzo positivo y que corrigen los errores mediante la incentivación y aplicación de la técnica correcta, poniendo énfasis en la importancia de divertirse y en el afán de superación por encima de la victoria.

Yo creo que, el afán de ganar provoca que muchos entrenadores olviden que el principal objetivo de los entrenamientos tiene que ser que los jugadores vayan progresando y que tengan una buena base para poder seguir mejorando. En muchas ocasiones, he escuchado a muchos niños llorar diciendo que no quieren volver a jugar más, ya que su entrenador les grita y les riñe mucho. Ese tipo de conductas provoca bastante abandono del deporte y eso es lo que hay que evitar, mediante la formación de entrenadores.

Por tanto, todos los entrenadores tenemos que intentar mejorar nuestros comportamientos y nuestra actitud para que los jugadores nos vean como una persona de referencia. los refuerzos positivos evitan que jugadores de poca edad pierdan el miedo al error y así pueden progresar mucho más. Además, este tipo de refuerzos positivos crea un ambiente de trabajo mucho más ameno tanto entre los propios jugadores como entre los jugadores y el entrenador.



jordi__huerta ha dit...

JORDI HUERTA BELLVER

En primer lugar y como entrenador de niños de futbol base, quería destacar la importancia del tema que trata mi compañero Marcos. Ya que por mi propia experiencia de vez en cuando me fijo en otros entrenadores, y se dirigen con faltas de respeto hacia sus niños y hacia el árbitro que en mi opinión debería ser intolerable para los padres y para los miembros de ese club.

Estos comportamientos, hay muchos padres que no los ven mal, y los aceptan y los toleran, e incluso a mí me han llegado a decir palabras como: “mételes caña eh”… ¿Pero esto a que se debe? Sin duda, este tipo de padres/ entrenadores, son gente que ha sido frustrada en el deporte y quieren que su hijo sea el mejor, y por eso piensan que cuanto más incidan en el aspecto del futbol y más le hablen de ello, creen que conseguirán concienciar a su hijo de que se debe dedicar a eso; en vez de inculcarle otra serie de valores como puede ser el respeto al rival y aprender a ganar y a perder, que jueguen a futbol para divertirse, distraerse y pasarlo bien.

Es por ello, que es importante que el propio entrenador sea el primero que inculque a sus niños, que lo más importante es disfrutar, aprender y pasarlo bien, y que el resultado no importa, que se dediquen a hacer lo que saben y lo que han aprendido y dejen de lado otros ideales. ¿Pero, siempre es culpa del entrenador, ese afán por ganar? Hago esta pregunta porque si hablamos de un club de futbol, en vez de una escuela de futbol, donde las directivas piden resultados a los entrenadores, es aquí donde puede existir un grave error. Ya que como se ha comentado algunas veces, muchas veces se dejan de lado unos valores, siendo chafados por otros. Como puede ser el respeto y el compañerismo, sobrepuesto por el afán de ganar y victoria.

Por lo tanto, es importante concienciar tanto a entrenadores como a los padres o familiares, que hay veces que les ofrecen más presión a sus hijos que el propio entrenador; es ahí donde los niños entran en un conflicto propio, entre hacer caso a sus padres o al entrenador… Es por ello, que el papel de los padres también tiene un valor muy importante para los niños. Ya que los padres deben de aceptar que el entrenador es el que está formado en ese aspecto, y siempre querrá lo mejor para sus niños.

La mayoría de nosotros cree que los deportes enseñan a los participantes grandes ideales y admirables cualidades personales tales como orgullo, valor, confianza y respeto. Lamentablemente, esto no siempre es verdad. Cada entrenador es alentado a invertir tiempo y esfuerzo significativo en crear un ambiente que alimenta el orgullo, la seguridad, el valor, el respeto, la responsabilidad, la confianza, la preocupación por el prójimo, el liderazgo y otros atributos que considere importantes. Estos atributos deben reflejarse y constantemente reforzarse con las actitudes, palabras, acciones y el comportamiento del entrenador (Chapman et al., 2008).

En conclusión y en mi opinión, un buen entrenador es el que es capaz de controlar a sus niños de una forma respetuosa y aplicando una serie de medidas útiles para que sean los propios niños los que se den cuenta de que es lo que está bien y lo que está mal. Para ello, es necesario que los entrenadores estén bien formados, tanto en aspectos tácticos o técnicos para enseñárselo a sus niños, como en aspectos psicológicos y formas de educar; ya que la época en la que la enseñanza era con “mano dura” se ha acabado, a pesar de que muchos no lo sepan.

Referencias:

- www.la84foundation.org/3ce/CoachingManuals/LA84SpanishSoccerManual.pdf

- Gimeno, F. et al. Deportividad y violencia en el fútbol base: un programa de evaluación y de prevención de partidos de riesgo. Revista de Psicología del Deporte. 2007. Vol. 16, núm. 1, pp. 103-118. ISSN: 1132-239X.

Alejandro Ferrer ha dit...

Me ha gustado el post de Marcos, y como entrenador que soy de niños de futbol base, y jugador de fútbol desde que era niño me he tenido que parar a comentarlo, ya que muchas de estas situaciones las he vivido yo mismo y siguen ocurriendo todos los fines de semana.

Hablamos de los entrenadores como uno de los responsables de que el fútbol base pase de ser un juego de niños a partidos de jugadores profesionales, y es verdad que tenemos una gran influencia en los niños, así queda reflejado en el estudio de Miquel Torregrosa et al. donde podemos ver como los entrenadores tienen una gran influencia en el clima motivacional del equipo, siendo determinante el papel del entrenador en el compromiso y en la diversión del futbolista; pero alrededor de estos niños existen muchos factores que también hacen que los niños cada vez más vayan pensando que cada sábado o domingo se juegan mucho más que el simple hecho de pasárselo bien y aprender. Estoy hablando de los padres y de los medios de comunicación. Estos dos factores, que quedan prácticamente fuera del alcance del entrenador, hacen que muchas veces los niños salgan a jugar los partidos nerviosos y temerosos de no hacerlo bien. Así lo refleja un estudio hecho por Miquel Torregrosa et al. donde refleja que cuanto más apoyo y más participación tienen las familias, más comportamientos directivos transmiten a los niños, por la presión y las contradicciones a los técnicos. Estos comportamientos directivos provocan en los jugadores un rechazo a continuar jugando. Esto me hace recordar a cuando yo era niño y jugaba en mi equipo, ya que mi padre cuando acababa el partido me tenía que recordar cada balón perdido o cada ocasión fallada durante el partido. Y esto mismo lo puedo ver yo después de cada entrenamiento o de cada partido que juegan los niños que estoy entrenando, cuando llegan con sus padres unos les animan pero otros se dedican a presionar al niño recriminándoles la falta de “algo” que ellos piensan que sus hijos deberían tener. Esto, provoca en los niños una innecesaria presión, que aunque el entrenador trate de quitarle importancia a los partidos o a los errores, fuera hay otras personas que dicen lo contrario. Además de la presión, hace que los niños sientan que lo necesario del fútbol es la victoria, por encima de todo, ya que en la mayoría de casos, cuando el equipo gana, todos los padres están contentos, y esto hace ver al niño que cuando gana el papa está contento y cuando pierden el papa le regaña, y por tanto, lo que tiene que conseguir es ganar.


Alejandro Ferrer ha dit...

Continuación...

Por otra parte, como refleja la revisión realizada por Silverman y Subramanian (1999) podemos ver como los estudiantes pierden interés y afectividad por la actividad física conforme avanzamos en la edad. Del mismo modo, un estudio realizado por Velázquez y Hernández (2003), confirmó que en las edades comprendidas entre 10-14 años, los niños en su gran mayoría no pensaban que ganar fuese lo más importante. Además, en este mismo estudio, también se valora la relación violencia-deporte, y podemos observar como aumenta la cantidad de niños que justifican el comportamiento violento de los ultras conforme van creciendo, y disminuye la cantidad de niños que rechazan a los grupos violentos por ser molestos o desagradables. Estos estudios me hacen pensar que si los niños cuando son pequeños no les gusta la violencia y no consideran lo más importante la victoria, probablemente seamos los entrenadores, los medios de comunicación y los padres, los que les hagamos cambiar de opinión, y esto me parece intolerable. Un estudio de Boxiadós y Cruz (1995) refleja que hay una mayor cantidad de faltas por contacto y una mayor cantidad de acciones anti fair-play en jugadores profesionales que en jugadores alevines. Por tanto, el aprendizaje por imitación se producirá en categorías superiores.

Por todo esto, pienso que como muy bien han dicho mis compañeros los entrenadores/educadores somos los primeros que tenemos que transmitir los valores que queremos que tengan nuestros jugadores y debemos de tener mucho cuidado con la forma en que nos dirigimos y tratamos a los niños, pero también pienso que con esto no basta, ya que hay muchas otras influencias.

Referencias:

- Gimeno, F., Sáenz, A. et al (2007) Deportividad y violencia en el fútbol base: un programa de evaluación y de prevención de partidos de riesgo. Revista de Psicología del Deporte. Vol. 16, núm. 1, pp. 103-118
http://www.unizar.es/psicologia_deporte/docs/PROGRAMAPREVENCIoNVIOLENCIA_FGIMENOASaENZ_b.pdf

- Torregrosa M.; Cruz J.; Sousa C.; Viladrich C.; Villamarín F. El clima motivacional y el estilo de comunicación del entrenador como predictores del compromiso en futbolistas jóvenes. Psicothema. Vol. 20, Número 2
http://www.unioviedo.net/reunido/index.php/PST/article/view/8651

- Torregrosa M.; Cruz J.; Sousa C.; Viladrich C.; Villamarín F.;Garcia Mas A.; Palou P. (2007) La influencia de padres y madres en el compromiso deportivo de futbolistas jóvenes. Revista Latinoamericana del Deporte. Vol. 39 Issue 2 Págs. 227-237
http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=80539202

Alberto Navarro Benavent ha dit...

Me ha parecido este un post excelente y, en especial, el tema que has tratado. Por esta misma razón y porque se trata de un caso plenamente relacionado, voy a contar una experiencia que tuve con mi entrenador, precisamente de futbol, tratando ser lo más breve posible:

Sucedió cuando todavía era jugador de fútbol, concretamente juvenil de primer año. Yo, como muchos otros, era de los más jóvenes del equipo. Sólo conocía a los jugadores de mi generación, con lo que la confianza no era total. Además, para ser un hobbie, me tomaba el fútbol con bastante seriedad. Más que una experiencia podemos considerarlo como un problema con un final feliz.
La temporada empezó con un entrenador amable, noble y que se llevaba bien con todos, tanto con jugadores como con la directiva. Pero en una competición esto no es suficiente para mantener su puesto como entrenador, sino que su continuidad depende también de los resultados conseguidos. Por esta razón, llegó un momento de la temporada en que necesitábamos victorias para mantenernos en la categoría, y se le decidió sustituir benévolamente. A mediados de temporada, en su lugar se situó otro entrenador de carácter muy diferente. Caracterizado por ser duro con sus futbolistas, no aceptaba jugadores que no fuesen del tipo que el buscaba. En mi caso, en este aspecto no tuve ningún tipo de problema. El problema fue que los jugadores más callados y tímidos no eran de su gusto, y yo era uno de los 5 o 6 que había. Nos trataba con menosprecio, nos insultaba, nos "tiraba por el suelo" etc., porque sabía (o eso pensaba) que no teníamos suficiente carácter como para contestarle. Y esto, es una cosa que no le gusta a prácticamente nadie, pero en adolescentes de dieciséis años puede afectarles psicológicamente, puede hundirles, y así sucedió. Yo, por educación, no le dije nada en ningún momento. Si me insultaba, yo me reía irónicamente hasta que ya no me hacía tanta gracia. Llegó el día que decidí no continuar asistiendo a los entrenamientos y pronto recibí la llamada del presidente del Alberic Promeses, club en el que militaba. Me preguntó, extrañado, el motivo por el cual ya no acudía. Él no sabía nada de lo que estaba pasando. Yo le dije los motivos y nos juntó a los dos, a mi entrenador y a mí en una reunión y me pidió disculpas, reconociendo que no había hecho bien las cosas y sintiéndose culpable. Eso sí, futbolísticamente, a pesar de la tensión entre él y yo, en ningún momento cuestionó mi titularidad. Cuando se aproximaba el final de temporada, mis ánimos estaban muy bajos, la moral la tenía por los suelos, hasta que llegué a cuestionarme continuar como jugador de fútbol o dejármelo, y todo era por el modo en que fui tratado. Ya no me importaba si a la siguiente temporada era él o no el entrenador, ni si jugar en el mismo o en otro equipo. Sólo pensaba en la opción de finalizar mi etapa como jugador. Así, dudoso, empecé el verano, época de descanso en que no hay ni entrenamientos ni partidos. Este fue el momento perfecto para la reflexión y decidir mi futuro. La ayuda y el apoyo de mis compañeros lo tenía desde el primer entrenamiento de la temporada. Esto fue realmente lo que me hizo levantar cabeza, el saber que con ellos siempre podía contar. Esto, unido a la salida del entrenador al final de la temporada, me dio los suficientes ánimos al menos para realizar la siguiente pretemporada. Todo empezó perfectamente con el nuevo entrenador.

Alberto Navarro Benavent ha dit...

Cotinuación:

Sin saber lo que había sucedido en mi caso la temporada anterior, me trató de manera diferente al resto del grupo. Parecía ser que era un jugador especial para él. Tanto fue así que en cuestión de dos semanas, ya ni me acordaba de lo que había sucedido la temporada pasada. Sólo pensaba en hacerlo lo mejor posible y aportarle lo máximo al equipo. Tan bien visto me tenía que desde el primer partido de liga me concedió el brazalete de capitán, aún no teniendo un carácter de liderazgo. La confianza que me dio fue tal que me empecé a sentir a gusto de nuevo, a conversar más a menudo tanto con él como con mis compañeros, hasta el punto que muchos padres, compañeros etc. me llegaron a considerar como su mano derecha. Fue todo muy rápido. Mucha gente se preguntaba: "este es el mismo jugador de la temporada pasada?" Sí, era el mismo jugador pero tratado de manera diferente.
Con todo esto, lo que quiero decir es que cada persona debe ser tratada de un modo. Trabajar con personas no es trabajar con cualquier cosa, porque las personas tienen unos sentimientos y unas sensaciones que todo individuo debe respetar. El buen educador es bueno para todos. Una persona sola es capaz de transformar a otra en poco tiempo, pero hay que saber de qué modo hacerlo.

Unknown ha dit...

Después de leer el post de mi compañero Marcos, me hace reflexionar sobre cuando era niño cuantos entrenadores tan buenos he tenido y cuantos otros que podrían haberme aportado mas cosas positivas, en esto ultimo es en lo que me voy a centrar, ya que debido a que actualmente me encuentro entrenando a un equipo alevín de futbol esto lo presencio continuamente, y lo peor de todo es que lo puedo presenciar sin irme lejos ya que entrenadores del propio club , en mi opinión considero que no realizan su trabajo de educadores de la mejor forma posible.
Como bien he dicho, este tema me venia a la cabeza prácticamente todas las semanas y lo comentaba con el segundo entrenador que también esta estudiando en la Universidad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Este post debería darse a principio de temporada en cada escuela, simplemente para que cada entrenador lo leyese y a partir de ahí tomase sus decisiones y sus métodos a la hora de enseñar, y les hiciese reflexionar a cerca de su forma de transmitir sus opiniones.

Como futuros graduados en Ciencias de la Actividad Física y el deporte, tenemos la obligación de que estas cosas no nos sucedan y debemos ser capaces de ejercer nuestro trabajo con éxito, pero no solo me remito a resultados ya que en estas edades poco importan los resultados, pero si que hago hincapié en el largo proceso de aprendizaje en el cual podremos observar multitud de “piedras en el camino”, pero no por ello nos pararemos o actuaremos con malas formas, sino que nos levantaremos y lo más importante levantaremos, enseñaremos y reforzaremos aquello aprendido a “nuestros niños”. Podemos relacionar directamente el post de Marcos juntos con el siguiente artículo: “Autopercepción de las competencias profesionales de los entrenadores de futbol en función de la experiencia personal y de la formación académica”.

En este artículo es posible apreciar las diferencias existentes entre las personas que habían estudiado Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y otras personas que simplemente habían estudiado un curso de entrenador, presentando niveles superiores de competencia percibida en actividades ligadas con el entrenamiento, destacando la planificación anual, la dirección y formación de entrenadores principiantes y deportistas, y las competencias pedagógico-didácticas. Estos niveles superiores fueron establecidos en las personas tituladas en Educación Física y Deporte.

Con esto destacar, el deber de realizar nuestro trabajo de forma correcta, ya que tenemos o debemos tener unos conocimientos que nos hagan destacar por encima de aquellos que no lo tienen, y hemos de ser capaces de intentar no cometer esos fallos. Con esto decir, que no por tener un título vas a educar mejor que otro que no lo tiene, pero si que debes de tener unos conocimientos para intentar no caer en esos errores.

Referencias Bibliográficas:
Gabriel Cunha Barros, Isabel Mesquita Riveiro, Perla Moreno Arroyo, Antonio Fernando Boleto Rosado, Tiago Manuel Tavares Sousa, Pedro Filipe Silva Pereira. Autopercepción de las competencias profesionales de los entrenadores de futbol en función de la experiencia personal y de la formación académica”. Cuadernos de psicología del deporte, ISSN 1578-8423, Vol. 10, Nº. 1, 2010 , págs. 23-36

Sergio Marta Belmonte. ha dit...

Para mí, un entrenador de fútbol base es como un profesor de escuela, uno debe enseñar unos contenidos más teóricos (matemáticas, lengua…) y otro contenidos más prácticos (fútbol). Ambos mantienen una relación de enseñanza-aprendizaje regularmente con los niños.
¿Por qué si los profesores deben estudiar una carrera y formarse antes de dar clases a niños, en un club cualquiera puede coger un equipo de benjamines?
¿Por qué si a muchos padres no les gusta que los profesores griten a sus hijos en clase, sí que les parece normal que lo haga el entrenador? ¿No son conscientes de que la influencia es la misma?.
Muchas veces nos quejamos o comentamos el daño que puede hacer un mal profesor a un niño, pero ¿y un mal entrenador?.
Como he comentado en el post de la autocracia en la escuela, tanto profesores como entrenadores deben ser muy cuidadosos con las ideologías que imponen en sus clases o equipos. Los niños por su edad son fácilmente manipulables y el profesor puede convertirse en el líder del grupo sin mucha dificultad.
Mi opinión es que ningún niño se apunta a un equipo de fútbol base pensando en ganar todos los partidos, se apuntan, o más bien les apuntan sus padres, simplemente para que se diviertan, hagan deporte (es sano), y se relacionen con otros niños de su misma edad o similar.
Por ello, la misión del entrenador es que lo anterior se cumpla, y aquel que imponga una ideología del rendimiento en su equipo, seguramente se cargue la diversión de los niños con menos habilidad e interfiera en la socialización entre ellos al otorgar jerarquía según el nivel de juego.

Unknown ha dit...

Me siento muy identificado con este post, ya que actualmente estoy ejerciendo tanto de jugador como de entrenador, y me parece un tema bastante actual y con mucha repercusión dentro del mundo del deporte en edades tempranas.

Respecto a lo que ha dicho mi compañero Marcos en el post, pienso que a los niños en edades tempranas, además de enseñarles, hay que educarles. Siempre he intentado que la educación vaya por delante de la enseñanza, pero de forma paralela. Y para que esto tenga éxito, los entrenadores tenemos que dar ejemplo tanto dentro como fuera del campo. Cuando mis jugadores vienen a verme jugar con el primer equipo, intento siempre comportarme de manera que sea un ejemplo positivo para ellos, ya que eso probablemente les influirá en su posterior comportamiento dentro del campo. Hay que transmitirles ese respeto por aquel deporte que practicas, y eso conlleva respeto al rival, al árbitro, al equipo rival y a los propios compañeros y entrenador.

Como entrenador, suelo utilizar siempre el refuerzo positivo, siempre reforzándoles las conductas y los aspectos del juego que realizan correctamente. Por contra, cuando fallan nunca me oirán chillarles o decirles una mala expresión, ya que siempre intento corregirles mediante aclaraciones propias durante los periodos de descanso del partido.
Ellos deben sentir desde el banquillo que el entrenador confía en ellos y que tienen toda su confianza para poder desarrollar sus conocimientos lo mejor que sepan.
Por otro lado, siempre que hay una mala conducta hacía sus compañeros, ya sea en el entrenamiento o durante el partido, sí que lo castigo duramente, o bien invitándoles a que abandone el entrenamiento, o bien sustituyéndolo por otro compañero en el partido.

Los entrenadores y los padres somos lo que vamos a influir en sus conductas, y por lo tanto debemos dar un ejemplo de unos valores tanto dentro como fuera del campo.
Esto cambia cuando los jugadores ya son más mayores, ya que su conducta es difícilmente modificable, no obstante, el entrenador sigue siendo una parte fundamental en su educación.

Como jugador y como entrenador, he visto infinidad de situaciones dentro del terreno de juego que no son dignas de pertenecer al deporte. He visto cómo un entrenador rival salía al terreno de juego y golpeaba al árbitro, como un jugador rompía el banquillo después de una expulsión del árbitro, dos jugadores del mismo equipo dentro del campo golpeándose por que uno de ellos había fallado un penalti, etc. Así infinidad de situaciones que si los niños que están fuera lo ven puede modificar su conducta dentro del campo.

A los niños hay que enseñarles que lo más importante del deporte es que tienen que disfrutar compitiendo, y que la victoria es pasajera, ya que después lo que perdura en el tiempo son los valores que han adquirido. La victoria es importante porque es un aspecto del juego que te motiva a seguir, pero no es una condición determinante a la hora de disfrutar de aquello a lo que te dedicas, y eso los entrenadores debemos inculcarlo a nuestros jugadores.

Manuel Bermúdez ha dit...

Para mí el que expones es solo un ejemplo más de cómo la sociedad actual obvia el camino, el proceso centrándose en el resultado. Esto es debido a la necesidad de la sociedad de clasificar a las personas: los mejores y los peores, los listos y los tontos...los válidos y los no válidos.

Este tipo de procesos en los que el resultado es lo más importante favorecen en abandono en edades tempranas de aquellas personas motrizmente menos desarrolladas. Como afirma Pere Molina (2007) el problema surge a raíz de la interacción de las limitaciones motrices de algunos alumnos (jugadores en este caso) con ciertas barreras del contexto, encarnadas principalmente en las actitudes, conductas y valores.

En el Fútbol, como en el resto de deportes, en edades tempranas el objetivo de la práctica debería dirigirse hacia un desarrollo integral y educativo en vez de enfocarse bajo un prisma de exclusión determinado por competencia o incompetencia motriz del alumno u otras características individuales. En definitiva, el entrenador debe tener en cuenta los valores y conductas que transmite y no así si grado de rendimiento de los jugadores que debe quedar en un segundo plano. En este sentido pienso que el aprendizaje puede aportarnos mucho más que la obtención de conocimientos.

Por otro lado, con el sistema de recompensas y castigos que se propone se están reforzando las conductas adecuadas y, en un menor porcentaje, castigando los errores. Es decir, los jugadores tenderán a evitar las conductas establecidas como errores o intolerables (ya que son castigadas por el entrenador) y a repetir las conductas que has establecido como adecuadas (ya que son recompensadas). Con esto se está dejando en un segundo plano la búsqueda de otras alternativas conductuales. Se le está restando importancia al proceso de creación de soluciones a los distintos problemas que surgen en el juego y dándosela a la reproducción de una serie de conductas consideradas adecuadas por el entrenador. Bajo mi punto de vista, este sistema podría ser adecuado para una edad temprana si las conductas recompensadas fueran aquellas en las cuales los jugadores trataran de dar una solución diferente al de sus compañeros a un mismo problema del juego. Es decir, recompensar las conductas creativas válidas (aunque no sean las más efectivas) y no solamente las más eficaces.

Unknown ha dit...

En primer, me gustaría comentar que estoy completamente a favor de lo que ha dicho nuestro compañero Marcos en este post, ya que por experiencia propia a lo largo de los años que he estado entrenando a niños que quieren jugar a fútbol he visto cosas que no deberían de permitirse, como por ejemplo que un entrenador insulte a los niños o al árbitro…
Bajo mi punto de vista para conseguir que los niños hagan lo que deseas deberán mostrar interés por dicho deporte. Pero si hacemos que los niños vayan a disgusto a practicar dicho deporte lo perderán. Creo que para conseguir la motivación se debe utilizar muchos refuerzos positivos durante el entrenamiento y los partidos, solo utilizaremos las riñas hacia los jugadores cuando haya una falta disciplina o actitud. Pero debemos pensar que si a un niño le reñimos porque algo le ha salido mal ¿en el futuro volverá a intentar hacer eso? No debemos cortar su potencial para crear, para tomar la iniciativa. Si consiguen dominar estas facetas podrán avanzar más cara al futuro.
Como he podido observar , esta situación se da porque en muchas ocasiones los entrenadores solo buscan el resultado, promulgando así la ideología del culto al rendimiento. El ejemplo está en algunos partidos en los que el entrenador deja en l banquillo sin jugar a un jugador porque es menos habilidoso, o juega muy pocos minutos.
Promoviendo esta ideología lo único que podemos conseguir es que estas personas a la que estamos educando no valoren ciertas cosas como el esfuerzo, la ayuda al compañero…
Y si con estos valores son con los que pretendemos educar a nuestros hijos ¿ a caso los entrenadores no son educadores?
En el deporte no solo importa el resultado y el aprendizaje sobre ese deporte, debe transmitir unos valores, ya que influencia a un número muy elevado de pers

Pedro Gundín Fernández ha dit...

El fútbol, como la mayoría de los deportes, aporta multitud de beneficios, tanto fisiológicos como sociales y psicológicos.

Desde un punto de vista fisiológico, puede desarrollar las habilidades motoras y mejorar la forma física y la salud de los niños. Pero desde el punto de vista psicológico, la práctica deportiva puede aportar tanto beneficios como perjuicios. Hay niños que desarrollan la autoestima, pero también hay niños que no disfrutan, que tienen más estrés que diversión, y una baja autoestima. Este último hecho provoca que muchos niños abandonen el deporte y corran el riesgo de no realizar suficiente actividad física, por lo que no disfrutan tampoco de los beneficios fisiológicos de los que he hablado al principio, y pueden llegar a tener sobrepeso u obesidad infantil, problemas muy comunes en nuestra sociedad.

Por tanto los aspectos psicológicos (pueden ser buenos y malos en el deporte) influyen de manera notoria sobre los aspectos fisiológicos. Llevando de la manera adecuada los aspectos psicológicos podemos lograr una formación completa del niño (tanto psíquica como física), pero si lo hacemos de la forma incorrecta el niño no adquirirá ni beneficios psicológicos (los aspectos psicológicos serán negativos) ni beneficios físicos (no los adquirirá por la no realización de deporte).

Parece clara la importancia de que el niño se lo pase bien y se implique en la actividad física y continúe con su práctica, pero si además añadimos que un factor crítico para que se produzca este hecho es el clima motivacional creado por el entrenador, resulta obvia la importancia que tiene en la afinidad a la práctica deportiva de los niños la figura del entrenador.

Por este hecho es de vital importancia que los entrenadores modifiquen sus actuaciones y se preocupen más del desarrollo de los niños en todos sus niveles, también en el social y el psicológico, que de ganar al equipo contrario, pues al fin y al cabo lo que queda en la memoria de los niños son los buenos momentos con los compañeros de equipo o una animadversión hacia la práctica deportiva que puede ser de por vida.

Aunque resulta fácil decir la solución, no lo es tanto ponerla en práctica, más aún cuando el número de entrenadores de fútbol base que utiliza unas formas inadecuadas es tan extenso. Por este motivo me gustaría hablarles del Proyecto PAPA como una posible solución, pues los miembros de dicho proyecto se han percatado de esta situación y han dirigido sus líneas de acción en la formación de entrenadores que sepan integrar, motivar a los niños, con el fin de que los niños obtengan los beneficios que se han comentado con anterioridad.

Adrián Esteve Muñoz ha dit...

Este post da pie a muchos debates acerca de si lo más importante en el mundo del deporte es ganar, y si ganar se debe hacer a cualquier precio, de si el fin justifica los medios, y de si no es posible ganar con unos medios éticos que se ajusten a unos valores necesarios en el deporte.
Es cierto, y haciendo referencia a uno de los comentarios de mis compañeros en este post, muchas veces como entrenador, oyes a los padres pidiendo que les “metas caña” a los niños, que no se “confíen”. En ese caso me planteo si es verdad que desde fuera se percibe únicamente el nivel de los entrenamientos, como la cantidad de sudor o sufrimiento del deportista, aquellos con la camiseta más sudada son los que más han aprovechado la sesión. Me gustaría aportar un ejemplo que observé este verano. Fui a acompañar a mi primo de 12 años al entrenamiento de fútbol, era la primera semana de la temporada, y su primer año en fútbol 11, y tuve la curiosidad de saber cómo el entrenador introduciría las primeras semanas los cambios que los jugadores se pueden encontrar con el cambio de reglas, espacios y jugadores. Me habían comentado que el currículum del entrenador era visto el nivel de los equipos que había entrenado, lo cual aumentó más si cabe mi expectación.
Lo que vi en los primeros momentos del entrenamiento es que el entrenador sacó los balones y el material, dejando los balones a un lado y colocando material por todo el campo. Cuando llevábamos 30 minutos de entrenamiento, mi expectación aumentó más si cabe todavía, y es que estaba asistiendo a un entrenamiento de fútbol sin balón, y sabiendo del currículum del entrenador, estuve atento a ver si descubría una nueva forma de entrenar. Al cabo de una hora, 3 niños se retiraron del campo mareados, y uno de ellos llegó a vomitar. El entrenamiento acabó con un partido que justificaba el haber sacado los balones al principio de la sesión.
Lo que me ha hecho poner este ejemplo en este post, es que los comentarios de los padres fueron de admiración, diciendo que con este entrenador sí que iban a aprender y correr, y que iban a hacer mucho ejercicio, que por fin un entrenador que exigiera a los jugadores. Todavía cuando escribo esto y lo recuerdo me parece de ficción, pero así es la realidad que me encontré.
Nosotros como responsables de la educación de los niños debemos aplicar nuestros conocimientos sin importarnos los comentarios que se puedan realizar desde fuera, siempre y cuando seamos conscientes de la justificación de lo aplicado, saber utilizar todo nuestro conocimiento para inculcar los valores en el deporte, saber que, como expone uno de mis compañeros en el blog, “el niño no es un adulto en miniatura”, y no se le debe exigir lo mismo que a los deportistas de élite.
Por otro lado lo cierto es que es más fácil hacer felices a los niños por medio de los padres, y si los padres están contentos con el entrenador así se lo harán saber a los niños, lo mismo sucede en el caso contrario. La opinión del niño sobre el entrenador muchas veces es la proyección de la opinión del padre. Nuestro reto es crear el ambiente idóneo entre los jugadores, los niños y los padres, y hacerles entender la metodología utilizada, estando convencidos de que da buenos frutos, que es el camino correcto, que tenemos las herramientas necesarias para enseñar y a la vez educar a los jugadores, y que también habrá tiempo para satisfacer el afán competitivo, pero que no es lo principal en el deporte, que existen otros valores y otros métodos y estilos de enseñanza, y que satisfacen todos los aspectos del deporte.

Ramon Morata i Alberola ha dit...

NORBERTO MORATA ALBEROLA
Em pareix un post molt interessant, acertat i estic totalment d’acord amb el que diu el del company Marcos.

Jo durant molt de temps he jugat a futbol, i he tractat amb entrenadors de tot tipus, des de molt bon entrenadors a entrenadors molt dolents. Es dolent vorer com un entrenador xilla de mala manera a un jugador seu, com li corregeix de mala manera... Pensi que amb aquests comportaments el únic que fas es que el jugador avorrís-ca l’esport que està fent i que es borre de l’equip, quant del que es tracta es de fer tot el contrari, fer que els agradi el esport, i que com diu el companys, son escoles BASE, es tracta de aprendre, no de guanyar o parlar malament per fer mal les coses. O també una cosa molt habitual en els entrenadors de futbol base, es deixar sense jugar un partit a xiquets que son més fluixos, sobretot en partits importants, on el únic que volen els entrenadors, inclús a vegades més que els propis jugadors es guanyar, lamentable però cert. A més en moltes escoles de futbol base, fiquen als entrenadors amb poca experiència i que estan començant en el món del futbol en els mes menuts, mentre que als entrenadors més experimentats de l’escola de futbol base els posen en els nens mes grans, jo crec que deuria de ser al contrari, posar entrenadors experimentats en nens petits, perquè es en eixes edats als 6 o 7 anys on vertaderament s’aprèn i aquests entrenadors ja experimentats ho podem fer millor. Personalment crec que tindre a un entrenador d’aquestes característiques, desprestigia l’escola de futbol base a la qual pertany aquest.

No obstant,personalment pense , que encara es més dolent vorer a com un pare tracta de manera incorrecta al seu fill que juga en un determinat equip, ficant-li pressió al nen per que sigui el millor, corregint-los i dirigint-los durant el partit, inclús algunes vegades contradient les ordres dels propis entrenadors, o també gratificant segons hagen fet un bon partit o no, i es una cosa que encara que parega que no passa, si que passa, i més del que ens pensem. O també veure com els pares de equips contraris s’insulten entre sí, discutint per veure qui te la raó, senyores que es FUTBOL BASE, del que es tracta es de fer esport i aprendre, NO GUANYAR O PEDRE, que el fet del que el nen faja esport ja es una victòria.

EmilioPaco ha dit...

En este post comenta las actitudes del entrenador de fútbol base, el aspecto principal y el cual no tienen en cuenta algunos entrenadores es con la edad de los jugadores que tratan. Son niños que buscan ganar, pero se puede hacer de diferentes formas no sólo mediante riñas, gritos y salidos de tono con todo el personal.

A estas edades los niños son muy vulnerables y cualquier comentario despectivo les puede hundir y cortarles la progresión e incluso que no vuelva más al equipo. Como entrenador mi propia experiencia me lleva a que lo mejor sin ninguna duda es un refuerzo positivo, que si se le grita tras un fallo sea para animarlo con más fuerza y hacerle ver que no pasa nada. Tenemos que hacerles ver que va a tener otra oportunidad para enmendar ese error y lo va a hacer como él sabe. Siempre hay que darle confianza a los niños, y más aún tras un fallo. Otro de los aspectos que no se debe hacer es la crítica ni los insultos, ya sea árbitro, entrenador o quien sea porque a estas edades lo copian todo.

Por otra parte,lo que se dice del alto rendimiento, que sólo les vale ganar, no es del todo correcto. Soy segundo entrenador del alevín A del Levante UD, y nosotros no damos ninguna reprimenda fuera de tono porque somos conscientes que ante todo son niños. Se les exige una cosa, que den el máximo de sus posibilidades, si hacen esto en la mayoría de los partidos ganaran. Si pierden que sea porque el rival ha sido mejor, pero nunca porque le hemos dejado ganar es lo único que se le exige y más teniendo en cuenta de que un equipo así está hecho para la victoria. Este equipo no es cualquier club de barrio que los jugadores van porque es el que más cerca de casa le viene. Aquí los jugadores son los mejores de Valencia y tienen que enfrentarse en torneos internacionales y nacionales con los mejores de su edad.

Entonces no tenemos que confundir que por el hecho de que sea alto rendimiento se les exige cosas descabelladas ni nada por el estilo ni mucho menos, la diferencia son los objetivos que tienen al pertenecer a una entidad así, solo eso. Estos se establecen con ellos al comienzo de la temporada.

Francisco José Ramírez