Por Marcos Campos Giménez,
estudiante de Metodología de la enseñanza de la AF y del Deporte
El objetivo del siguiente post es hacer una crítica personal (opinión) a las formas y las maneras que tienen los entrenadores para comunicarse con sus jugadores, cada fin de semana que vamos a ver un partido de futbol base al campo.
Muchas veces, los entrenadores de futbol base no tratan con respeto a los propios niños , no los tratan como tales, únicamente se dejan llevar por su fanatismo y solo buscan ganar, ganar y ganar, sin tener en cuenta los medios, sin respetar a las personas ni ningún principio ético, gritando a los niños, insultado al árbitro, enfrentándose con padres o con entrenadores rivales…, y pienso que no es el ambiente más apropiado, ni las conductas más apropiadas que deben ver los niños, ya que afecta a su correcto desarrollo y educación.
Esto se produce muchas veces porque los entrenadores actúan como si entrenaran a adultos y aunque parezca una tontería, hay que recordarles que están entrenando a niños. El entrenador en muchas ocasiones debe tener en cuenta que el entrenamiento no es un juego en el cual puede utilizar a los jugadores a su antojo, según su estado anímico; sino todo lo contrario, donde aparte de enseñarles cuestiones técnicas, tácticas o físicas, tienen que asumir su función de educador, función que la mayoría de entrenadores se desentienden de ella y lo único que buscan son resultados y rendimiento. También incluimos en este apartado las escuelas de alto rendimiento en las cuales se debe de fomentar la búsqueda de resultados a medio y largo plazo y no la búsqueda de resultados inmediatos que es lo que ocurre en la mayoría de las ocasiones.
Además, el entrenador, en estas edades, es un modelo para sus deportistas, por lo tanto debe de tratarles con respeto, evitando cualquier tipo de menosprecio o insulto. El entrenador debe asumir que los errores (técnicos, tácticos…) son una parte más dentro del proceso de aprendizaje del niño. La función principal de un entrenador consiste en fomentar ciertos comportamientos deseables para la práctica deportiva y eliminar otros que no lo son. Fundamentalmente según Ginés Meléndez existen dos aproximaciones para influir en la conducta de los demás:
- Aproximación positiva: se emplea para iniciar o consolidar una conducta y donde el instrumento utilizado es el refuerzo positivo.
- Aproximación negativa: está diseñada para eliminar conductas no deseables mediante el castigo o la crítica.
Teniendo en cuenta estas dos aproximaciones, y siguiendo con Ginés Meléndez, el refuerzo positivo mejora la actuación deportiva y muchas veces el control abusivo presenta inconvenientes, donde sí que es cierto que el castigo disminuye y elimina de forma expeditiva las conductas inadecuadas, pero también es cierto que éste funciona activando el miedo al fracaso, la desmotivación y el estrés de los niños. Además, los gritos y chillidos hacen desagradable el entrenamiento y disminuyen el nivel de diversión de los jugadores. Esto provoca que los sentimientos de hostilidad hacia el entrenador incrementen y por lo tanto, aumente la probabilidad de abandono en las edades tempranas.
Con esto, no estoy diciendo que debamos eliminar completamente el castigo y la crítica de los entrenamientos, sino que se progresa más adecuadamente cuando los niños reciben una combinación de refuerzos positivos, los cuales podríamos distribuir en porcentajes de: 50% de refuerzo positivo por conductas adecuadas; 5% de castigo por conductas intolerables y donde siempre se debe ofrecer al niño la conducta alternativa que debe ejecutar y un 45% a ignorar las conductas inadecuadas porque dirigir la atención a los fallos que cometen los niños puede ser perjudicial y se puede conseguir lo contrario de lo que se pretende.
Referencias:
Buceta, J. M. (2004). Estrategias psicológicas para entrenadores de deportistas jóvenes. Madrid: Dykinson
Meléndez, G. (1995) Métodos de trabajo en las escuelas federativas de Castilla La Mancha. En: Gymnos (ed.) Futbol base I jornadas internacionales, A Coruña (pp. 39-65). Madrid: Gymnos.. .
Brüggemann, D. (2011). Fútbol: entrenamiento para jóvenes y niños. Barcelona: Paidotribo.
Esto se produce muchas veces porque los entrenadores actúan como si entrenaran a adultos y aunque parezca una tontería, hay que recordarles que están entrenando a niños. El entrenador en muchas ocasiones debe tener en cuenta que el entrenamiento no es un juego en el cual puede utilizar a los jugadores a su antojo, según su estado anímico; sino todo lo contrario, donde aparte de enseñarles cuestiones técnicas, tácticas o físicas, tienen que asumir su función de educador, función que la mayoría de entrenadores se desentienden de ella y lo único que buscan son resultados y rendimiento. También incluimos en este apartado las escuelas de alto rendimiento en las cuales se debe de fomentar la búsqueda de resultados a medio y largo plazo y no la búsqueda de resultados inmediatos que es lo que ocurre en la mayoría de las ocasiones.
Además, el entrenador, en estas edades, es un modelo para sus deportistas, por lo tanto debe de tratarles con respeto, evitando cualquier tipo de menosprecio o insulto. El entrenador debe asumir que los errores (técnicos, tácticos…) son una parte más dentro del proceso de aprendizaje del niño. La función principal de un entrenador consiste en fomentar ciertos comportamientos deseables para la práctica deportiva y eliminar otros que no lo son. Fundamentalmente según Ginés Meléndez existen dos aproximaciones para influir en la conducta de los demás:
- Aproximación positiva: se emplea para iniciar o consolidar una conducta y donde el instrumento utilizado es el refuerzo positivo.
- Aproximación negativa: está diseñada para eliminar conductas no deseables mediante el castigo o la crítica.
Teniendo en cuenta estas dos aproximaciones, y siguiendo con Ginés Meléndez, el refuerzo positivo mejora la actuación deportiva y muchas veces el control abusivo presenta inconvenientes, donde sí que es cierto que el castigo disminuye y elimina de forma expeditiva las conductas inadecuadas, pero también es cierto que éste funciona activando el miedo al fracaso, la desmotivación y el estrés de los niños. Además, los gritos y chillidos hacen desagradable el entrenamiento y disminuyen el nivel de diversión de los jugadores. Esto provoca que los sentimientos de hostilidad hacia el entrenador incrementen y por lo tanto, aumente la probabilidad de abandono en las edades tempranas.
Con esto, no estoy diciendo que debamos eliminar completamente el castigo y la crítica de los entrenamientos, sino que se progresa más adecuadamente cuando los niños reciben una combinación de refuerzos positivos, los cuales podríamos distribuir en porcentajes de: 50% de refuerzo positivo por conductas adecuadas; 5% de castigo por conductas intolerables y donde siempre se debe ofrecer al niño la conducta alternativa que debe ejecutar y un 45% a ignorar las conductas inadecuadas porque dirigir la atención a los fallos que cometen los niños puede ser perjudicial y se puede conseguir lo contrario de lo que se pretende.
Referencias:
Buceta, J. M. (2004). Estrategias psicológicas para entrenadores de deportistas jóvenes. Madrid: Dykinson
Meléndez, G. (1995) Métodos de trabajo en las escuelas federativas de Castilla La Mancha. En: Gymnos (ed.) Futbol base I jornadas internacionales, A Coruña (pp. 39-65). Madrid: Gymnos.. .
Brüggemann, D. (2011). Fútbol: entrenamiento para jóvenes y niños. Barcelona: Paidotribo.